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Pov. Elio

Siempre me dio miedo la paternidad.

No es que haya tenido un mal padre, simplemente no me veo con un niño a mi lado. Y mucho menos tener que hacerme cargo de él.

No me gustaría despertar a medianoche con llanto de bebé, o tener que gastar demasiado en pañales y cosas así. Me parece algo muy estresante y que me dejará en la quiebra en algún momento. No necesito eso en mi vida. Estoy bien como estoy.

Dicen que muchos cambian cuando se convierten en padres o ven niños a su al rededor, como que se les activa el chip de alguna manera; a mi no me pasa eso.

Cuando Lorraine me dijo que iba a tener un hijo, me dejó impactado, sí. Pero nunca había tenido esta sensación de: "Puedo ser parte de su vida y criarlo juntos". Nunca tuve ese pensamiento, a pesar de lo mucho que me gusta, y lo mucho que anhelé algo con ella, simplemente no lo sentí.

Me gusta pasar tiempo con ellos, sí, a veces me olvido por unos cinco minutos que no hay un niño de por medio y quisiera actuar. Ya saben. Besarla y olvidarnos de todo a nuestro al rededor, que sólo seamos uno. Y cuando estoy apunto de hacerlo...

-Iré a fijarme si Daniel, está bien, ha estado muy callado.--se levanta del sofá y ahí es donde piso tierra firme, otra vez.

Nunca me había molestado, hasta que empecé a tener las oportunidades, cuando Athena ya no estaba.

-Elio... ¿Crees que me veo bien? --dijo colocándose en frente del espejo y admirando su belleza.

-Te ves hermosa. --dije con melancolía. Su mirada chocó con la mía a través del espejo, y con una sonrisa, me permitió acercarme.-- Siempre lo has sido.

-Eres un tonto... Ahora pasas más tiempo aquí... ¿Es porque no está Athena, cierto?--preguntó curiosa.

-Una de las razones, sí.

-¿Cuál sería la otra? --mi miró fijamente. Estábamos a 30cm el uno del otro.

Y entonces, cuando podía acercarme, empezó el llanto. Otra vez ese maldito llanto. Después de todas esas oportunidades perdidas empecé a tener un amor odio con ese niño. Sin embargo, si le pasara algo, sería el primero en ir a buscarlo. Amor odio.

Pasaron un par de semanas... Lorraine y yo, habíamos quedado en ir a buscar a Athena al aeropuerto, pues supuestamente iba a llegar para navidad. Hasta que...

-Creí que te habías olvidado de mí.--Escuché la voz de Lorraine más animada.

-La diferencias horarias me impedían llamarte, pero aproveché en hacerlo por ahora, creo que son las 10 de la noche, allá.--Escuché la voz de mi antigua amiga, en el altavoz.

-Sí...¿Cómo te ha ido?--preguntó Lorraine.

-Muy bien, demasiado... para ser exactos.--comentó Athena.

-¿Y eso es bueno?--Lorraine empezó a cambiar su semblante y tono de voz... Parece como si se prepara para algo malo.

-Sí, no... Bueno, tendré que quedarme por unos meses más.--Maldita sea, Athena, la cagaste.

-¿Qué? --Escucharla asi de decepcionada me rompió el alma.--Cre.. Creí que sería menos, es más, pensé que me llamabas porque ibas a regresarte ya.--reclamó.

-Lorraine... Lorraine, cálmate.

-¡No me digas que me calme, Athena! ¡Me dijiste que estarías aquí conmigo en esta época! ¡¿Acaso conociste a alguien más y te lavó el cerebro?!--Nunca la había visto tan enojada.

Las luces de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora