Capítulo VIII

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Pov. Athena

Las cosas pasan por algo, lo sé. Los problemas llegan por algo, entiendo, pero porqué tienen que quitarme lo que más amo, porque se esfuerzan en separarnos. Es tan injusto para las dos.

Tuve que seguir adelante, por el trabajo y porque es mi noche, la noche en que mi trabajo empieza a tener forma y agarrar fuerza, en que todos mis esfuerzos finalmente están teniendo sentido, no dejaré que su "despedida" me arruine esta noche. La voy a disfrutar lo más que pueda. Me lo merezco.

-¿Qué pasó?--preguntó mi mejor amigo.

-Bella...

-¡¿Qué?! --me llevó a un lugar sin tanta gente.--¿Qué pasó? ¿Qué quería?

-Sólo vino a felicitarme, es todo.

-No, no, no Athena. No me puedes engañar.--insistió.

-Es enserio, sólo me citó allí porque no quería que la prensa se fijara en ella y se creen más polémicas, eso es todo.--expliqué con tranquilidad.

-¿Y te sientes bien? --preocupado preguntó.

-Elio, ¿Ya probaste este brandy? --comenté después de tomar un sorbo de éste y me alejé al notar que quería seguir hablando de mis sentimientos al respecto.

La noche sólo siguió siendo. Las personas me felicitaban por lo delicioso que estaba el buffet, mis cocineros y yo nos tardamos todo un día cocinándolo, obviamente debe estar sabroso.

Al dejar el lugar e irme al hotel en el cual me estaba hospedando con mis hermanos y madre, me puse a pensar sobre muchas cosas y cómo es que dejé que todo esto pasara. En cuán corto tiempo pude perder a la persona más poderosa de mi vida y todo por alguien del pasado.

No soporto pensar en Lorraine o todo lo que sucedió, siempre me causa este tipos de problemas. Siempre hace algo que jode todas las cosas buenas que ha hecho, es tan... egoísta.

Pasaron semanas y vi a Bella, estaba hermosa, siempre tan concentrada en lo que hace y con una sonrisa cuando habla con alguien. Esta vez estaba hablando con la señora O'Connor. Entre en un pánico inmediato, ya que nunca se me dio la oportunidad de comentarles nuestro rompimiento, o quizás aún no lo procesaba, quizás realmente quería que sigamos juntas.

Pudimos pasar el día tranquilas ya que logré convencerla de fingir que seguíamos juntas y a ella le estaba empezando a gustar las idea.

-¿Qué tengo que hacer para que no tengamos que fingir? --recosté mi cabeza en el asiento, estaba nerviosa por su respuesta, pero como siempre, se quedó callada otra vez y eso me hizo sentir muy muy triste.-- ¿Otra vez te quedarás callada?--no puedo seguir fingiendo que esto no me lastima-- Déjame aquí.

-Ya vamos a llegar, Athena.--insistió.

-Déjame aquí.--con una voz imponente mandonié.

Bajé del carro y caminé hasta el restaurante que se encontraba a 3 cuadras de donde se había estacionado. Su carro seguía estático, tenía la esperanza de que saliera de éste, y que me dijera cuánto me extraña, que deje ese orgullo de lado y pueda volver a abrazarla como solía hacerlo cuando salíamos y ella estaba cansada, pero ese momento nunca llegó.

Llegué a mi departamento y ella no había venido, no aparecía, ni siquiera una llamada. Mi desesperación era mucha, la extrañaba tanto, pero sólo sabía que si seguía así terminaría más lastimada y una chef no se puede dar esos lujos. Debo estar al 100% todo el tiempo.

Los días pasaron, las semanas sólo aparecían y desaparecían como una estrella fugaz.

-¿Vamos a tomar algo? --preguntó Elio.

Las luces de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora