Pov. Athena
Arrepentimiento es un sentimiento muy común en mi.
A lo largo de mi vida, he sentido mucha frustración, enojo, lo cual hacía que tuviera muchos problemas de ira cuando era pequeña.
-¡Athena se viste como niño! ¡Athena se viste como niño! --la voz chillona y el tono burlón de una niña de 10 años en la escuela, causó en mi mucha molestia, mi padre siempre me educó con un lema...
"No dejes que la ira te ciegue de tus metas".
Normalmente, solo evitaba las burlas de los compañeros del salón, y me apartaba de ellos, pero ese día fue la excepción, estaba de muy mal humor porque había discutido con mi padre ese día, y cuando tenía esa edad me afectaba mucho. Simplemente actuaba distinto, ya que lo apreciaba mucho.
Por un momento, lo pensé, pero aún así me ganó la ira e impotencia, entonces llevé mi puño a su cara con mucha fuerza.
Recuerdo verla caer al piso con lágrimas en sus y sobando su cachete enrojecido por el golpe. Los niños se asustaron, yo simplemente la miraba con desprecio.
Ese día fue el último en que soporté sus burlas. Además de que me gané una suspensión por tres días. No tenía problema alguno con eso, de hecho tomé ese castigo como una victoria.
Al llegar a casa, lamentablemente fue un infierno.
Mi padre tuvo una forma muy estricta al criarme, más conmigo que con mis hermanos. Nunca le permití tocarlos. Me solía echar la culpa de todo, por lo tanto, mis castigos eran frecuentes, es una causa por la cual no tenía mucha vida social.
Mi madre... Mi madre no se metía mucho en eso, nunca le discutía a mi padre. Sólo no siempre lo apoyaba y sé retiraba del lugar.
Mi rencor hacia ella era inmenso esas veces, pero al tiempo en que iba madurando, entendía el porqué de muchas cosas, realmente, nunca terminé de perdonarla del todo, simplemente... mantenía una relación un tanto distante, sólo la trataba bien por el hecho de ser mi madre y cuidar de nosotros.
Nunca volví a pegarle a alguien desde ese día.
Aprendí a cocinar por que eso eliminaba los pensamientos negativos de mi mente. Sin embargo, un día mi enojo era tanto que ni cocinando podía sacar eso.
Ese día estaba lluvioso y era la entrega de notas, no había sacado muy buenas notas a causa de mis faltas a clases por los concursos. Mi padre me regañó, y me castigó diciendo que no volvería ir a un concurso hasta que mis notas sean las adecuadas.
Claramente, negarme participar en un concurso me hacía molestar mucho en esos tiempos, ya que la satisfacción de cocinar para personas y notar en sus caras el gusto era lo único que me subía el ánimo en esos tiempos.
Había salido a caminar por las vías del tren, cabe aclarar que ahí tenía 14 años, la secundaria no estaba siendo la mejor época para mi y lo único que me distraía era pasar por las vías del tren mientras tomaba alguna
soda.En las vías de el tren había un vagón qur normalmente usaban los drogadictos, pero algunos niños tontos se metían ahí para hacerse los malos o simplemente curiosear y si tenían suerte, no encontrarse con un drogadicto.
Como era de esperar, habían un niño, que miraba fijamente al vagón, no había nadie más, pero él estaba parado frente al vagón, no se inmutaba a nada.
-¿Se te perdió algo? --pregunté. El niño se asustó al verme, pero al notar que se trataba de un niña más volvió a sí mismo.
-No. --su voz era algo tímida, pero lo tímido se le quitaría pronto.
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Las luces de Londres
Teen FictionSiempre intentamos conquistar la vida, mientras ella ya nos conquistó. Disfrutémosla. Juntos o separados, solo seamos felices.