21

1 0 0
                                    

Pov. Lorraine

Desde que desperté en esa cama de hospital y que mi primer pensamiento sea: ¿Mi hijo está bien?

Comprendí que mi vida cambió para siempre y que no había vuelta atrás. Sentía pánico, miedo, al igual que el día que me enteré, lamentablemente la adrenalina de discutir contra mi ex prometido, hizo que ese miedo quedara de lado. En mi mente egoísta sólo quedaba las ganas de darle la contra a ése idiota.

Mis padres se encontraban ahí y verme teniendo ese ataque de pánico, fue preocupante para ellos.

Después de ese día tuve que regresar a casa de mis padres. No hablamos mucho del problema, hasta la cena del jueves.

-¿Qué dijo el doctor?

-Dijo que podré ir a mi premiere y mi hijo está creciendo fuerte y sano. Así que me recetó que volviera a Londres para que siga sano.--dejé las llaves de la casa en el colgador que servía únicamente para eso.

-La cena ya está lista. --avisó mi madre. Eso es... Lasagna. Algunos recuerdos de las discusiones con Athena y el choque volvieron a mi. No fue para nada agradable.-- Me alegra que mo nieto se encuentre sano.

-Es cierto... Vimos a Athena. --¿Qué?-- En el hospital, estuvo allí hasta poco después de que salieras del quirófano. --comentó mi padre.

-Sí, estaba muy preocupada. Me dio gusto verla. ¿Has hablado con ella? --preguntó mi madre.

-No... No tenía idea de eso. --le di un probado a la lasagna.

-Está muy linda, por un momento creí que habían vuelto a estar juntas, pero luego nos presentó a su novia. --¿Bella?

¿Qué rayos hacía Bella en el hospital?

Esa noche muchas preguntas pasaron por mi mente y la mayoría era del por qué Bella estaba presente.

Quizá Athena le dijo lo que ocurrió, o la necesitaba ahí para sentirse más fuerte. Sinceramente cualquier razón me sorprende lo suficiente.

Cómo sea, hoy era mi día, hoy debo presentarme enfrente de todos mis invitados para ver la película en la que dediqué mucho tiempo. Tenía preparado un saco largo blanco y mi vestido salmón para este día. Obvio el saco se añadió a causa de la herida cerca de mis costillas, no debo enfriarme y en primavera las noches aún son muy frescas.

Me aseguré de llamar a todos mis empleados para concretar que todo estaba en perfecto estado. Añadí ánimos a todos, creo que todos lo necesitamos, después de esforzarnos por una película que no sabemos si el público la adorará, era lo mínimo que podía hacer.

El vestuario lo debo recoger de la tienda lo más antes posible, ya que lamentablemente tuve que descansar en Crawley durante todo este tiempo.  Los nervios en mi eran más que seguridad, no sabía si podría hablar frente a todos después de la película, no tve el tiempo suficiente para practicarlo.

-Wow, Lorraine te ves guapísima. --Elio, que aún seguía siendo mi amigo a pesar de todo me recogió del departamento que renté, pero que aún se encontraba vacío porque no he podido mudarme como tal después de el accidente y las discusiones.

-Muchas gracias, mi apuesto chófer. --lo saludé con un abrazo.-- Oh... No.. No tan fuerte. --advertí.

-Lo siento, es sólo que estoy muy orgulloso de ti.--comentó.

-Oh, miren quién es... El pequeño hombrecito Elio. --mi padre saludó a Elio, de la misma forma que hacía cuando éramos menores.

-¿Qué dices, Frank? --mi madre confundida salió a saludar.-- Elio ya es todo un hombre.

Las luces de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora