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Pov. Athena 

Se preguntarán mucho sobre qué sucedió entre Lorraine y yo. La verdad que decidí tomar las riendas de mi vida y para eso necesitaba un descanso de lo que era mi vida. El estrés que siempre tenía y las pocas hroas de descanso me hacían vivir asfixiada, y quise cambiar eso.

Me centré más en mi, lo que quería, mis sentimientos hacia Lorraine y lo que realmente quería hacer con mi vida.

Poco a poco esas dudas desaparecieron y mucho más cuando Daniel apareció en nuestras vidas. Ese pequeño ser humano finalmente nació y Lorraine se tardó varios días en escoger su nombre, pues no se había decidido por ninguno antes, pero al notar que me gustaba ese nombre también decidió llamarlo así.

Los primeros días fueron agotadores y más porque este pequeño nació una semana antes de la fecha. Me imagino que estaba desesperado por más espacio.

El departamento de Lorraine empezó a ser un desastre y yo me quedaba con ella algunos días para ayudarla, así que más el desastre del niño y mi desastre la casa era un caos. Pero la verdad no extraño mi departamento.

-Deberías regresar a tu depa, necesitas descansar, yo puedo con él. --insistió la madre primeriza.

-¿Estás loca? A duras penas puedes con tu vida y ¿Quieres que te deje sola? No. Yo me quedo.

-Athena, hay poco espacio aquí. Debes sentirte asfixiada.

-Prefiero sentirme así que solitaria. --cargué al pequeño Daniel con cuidado para llevarlo a su cuna. Era tan pequeño e indefenso que no quería despegar mi vista de él.

-Athena. --se acercó a la cuna.-- No quiero que te sientas presionada por nada.

-Lo hago porque quiero hacerlo, ¿Ok? --le di un beso para que se callara.-- Vamos a descansar, lo necesitas.

-No quiero descansar.

Cabe aclarar que Lorraine hasta ese momento no quiso pasar más de un beso conmigo. Quizá era porque no se sentía bien con ella misma o algo por el estilo. Pero sinceramente está vez fue la mejor que tuve después de mucho tiempo. Estábamos ansiosas por nosotras, la pasión se notaba hasta la otra cuadra.

No había tenido sexo desde hace meses. Ya me hacía falta. Puedo decir que lo disfruté mucho, sin embargo la felicidad siempre tienen un punto de apogeo.

-¿Por qué te detienes? --preguntó.

-Daniel. Está llorando.

En ese momento me senté y tomé la camiseta que estaba tirada en el suelo. También suspiré con fastidio pues realmente lo estaba disfrutando.

-Maldita sea. --se quejó.

-Hmm.

Ella se abrochó el camisón que llevaba puesto para ver por qué su hijo lloraba.

Tengo que admitir que esto me fastidió mucho, pero yo me metí en esto, así que si me quejo quedaría muy mal al respecto. Así que decidí no hablar del tema.

Mientras Lorraine atendía a su hijo, mi viejo amigo Andrew llamó.

-Andrew, ¿Qué tal? --contesté.

-Athena, necesito que vengas a la oficina, es urgente. Tengo buenas y malas noticias así que te pido por favor que te acerques a mi oficina lo más pronto posible. --insistió.

-Oh... --sorprendida contesté su pedido.-- Yo voy ahora mismo, no te preocupes.--colgué.

Me fui a bañar pues no lo había hecho desde hace unos días a causa de estar ayudando a Lorraine con todo lo de Daniel. Pará arreglarme me puse un abrigo largo pues ya era invierno y el frío de hoy es muy intenso, ojalá que no haya nieve hoy, pues no podré regresar hasta que pase. Soy de las personas  que no les agrada conducir mientras nieva pues además de ser peligroso quiero mantenerme a salvo por culpa del pequeño de Lorraine.

Las luces de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora