El ambiente estaba cargado, como si una sombra invisible envolviera cada rincón, haciendo más pesada la respiración, más nublados los pensamientos. Algo andaba mal, lo sentían todos, pero Yuta lo percibía con una agudeza que lo atormentaba. Era como si el mundo hubiera sido desgarrado y los fragmentos que quedaron fueran imposibles de encajar nuevamente.
John estaba en el hospital, sometido a una terapia interminable que no parecía traer ninguna mejoría. Taeyong, por su parte, había abandonado la universidad, su brazo fracturado negándose a sanar, como si su cuerpo se resistiera a seguir adelante. Y Jaehyun ahogaba sus penas en alcohol, su vida escolar se había desmoronado en un par de días. Se presentaba borracho o no se presentaba en absoluto. Nada le importaba, ni la escuela, ni el mundo que lo rodeaba.
¿A quién deseaba engañar Yuta con sus mentiras? Era evidente que todo estaba roto, que sus vidas habían quedado suspendidas en el abismo desde que Doyoung había muerto. La pérdida era una herida abierta que nunca sanaría. Yuta recordaba su ira hacia él, por haberlo abandonado en un mundo que no tenía nada más que ofrecerle que sufrimiento. Pero esa ira se había transformado en una culpa que lo carcomía por dentro, que lo arrastraba cada vez más profundo. Se encerraba en su habitación, sumido en el vacío, incapaz de aceptar lo que ya sabía: nadie le devolvería a su pelinegro bonito.
Doyoung había sido su todo, el amor que nunca pudo confesar, y ahora lo había perdido para siempre por sus propias estupideces. Se castigaba con pensamientos oscuros, preguntándose qué crimen horrendo había cometido en su vida pasada para merecer un castigo tan cruel. ¿Había sido un asesino? ¿Había cometido algún pecado? Porque eso era lo que sentía: que el universo lo castigaba por amar tanto a alguien y perderlo de la manera más trágica.
Aquel día en que lo conoció sigue grabado en su memoria como si hubiera ocurrido ayer. Doyoung, tímido pero decidido, había rogado al entrenador que lo dejara formar parte del equipo. No era un apasionado del fútbol, ni siquiera le gustaba el deporte, pero necesitaba una actividad extracurricular para evitar reprobar. Yuta recordaba lo nervioso que estaba aquel día, pero también recordaba cómo, poco a poco, Doyoung fue haciéndose un lugar en su corazón.
Los recuerdos de los dos juntos le resultaban insoportables. Recordaba su risa, su alegría después de cada partido, corriendo hacia él con una sonrisa radiante, saltando a sus brazos para celebrar las victorias. Aquella burbuja de felicidad que compartían se rompió con la llegada de John. Johnny, el chico que acaparó todo el tiempo y la atención de Doyoung, que lo convirtió en un extraño para Yuta. John, quien se victimizaba cada vez que discutían, como si él no fuera el culpable de los celos que corroían a Doyoung.
Yuta siempre supo que John era el problema. Si él no hubiera estado presumiendo a Taeyong como su novio, si no hubiera consumido cada momento de la vida de Doyoung, todo habría sido diferente. Yuta se sintió impotente, incapaz de mantener a Doyoung a su lado, de impedir que se le escapara entre los dedos. La frustración y el resentimiento lo cegaron, llevándolo a tratar mal a la única persona que realmente amaba.
El día del último partido, cuando por fin ganaron, Yuta no fue a abrazar a Doyoung como de costumbre. Lo ignoró, a pesar de que Doyoung siempre estaba solo en esos momentos, y se unió a la celebración del equipo, dejando atrás a su mejor amigo, que lo llamó, lo buscó, pero fue ignorado.
Esa fue la última vez que jugaron juntos.
Ahora estaba de pie en aquella misma cancha, el lugar que antes estaba lleno de vida, pero que ahora solo traía consigo recuerdos amargos. Yuta intentaba, con todas sus fuerzas, recordar el rostro sonriente de Doyoung, pero solo podía ver su expresión apagada, inerte, dentro de aquel ataúd blanco. Cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear el dolor que lo asfixiaba.
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Kim DongYoung's Revenge
FanfictionKim DongYoung se había suicidado con apenas dieciocho años de edad, dejando con ello un inmenso dolor para quienes lo conocían... o eso parecía. Sin embargo, las cosas se tornaron extrañas y era hora de afrontar las consecuencias. 🦋 N/A: Bienvenid...