Capitulo 11, parte 2: Memories.

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Yuta odiaba los fines de semana lluviosos; era como si el mal tiempo le robara la oportunidad de escapar. No podía salir a jugar con sus amigos, y el aire frío de la lluvia se colaba por las ventanas, instalándose en cada rincón de la casa. Esa noche, para su frustración, se encontraba solo. Su hermano menor estaba en una pijamada, y sus padres habían salido juntos. Así que ahí estaba, en el sofá de la sala, acurrucado bajo una cobija de abejitas mientras veía "Gravity Falls".

De repente, el timbre de la puerta sonó fuerte, interrumpiendo el silencio. Yuta se levantó rápidamente, imaginando que su madre había olvidado algo. Pero al abrir la puerta, se encontró con una figura empapada: Doyoung estaba de pie, temblando bajo la lluvia, su nariz roja y sus ojos enrojecidos delataban que algo estaba muy mal.

—¿Qué sucede? Dios, Doyoung, estás todo mojado —dijo Yuta con preocupación, mientras lo hacía entrar.

Corrió al baño, regresando con una toalla para que su amigo pudiera secarse un poco. Al volver, comenzó a secarle el cabello con delicadeza, intentando calmarlo.

—¿Qué haces afuera a esta hora y con este clima? —le reprochó suavemente mientras seguía secándolo, sus dedos enredándose en las hebras de cabello mojado de Doyoung. —Podrías haberte enfermado. De verdad, Doyoung, tienes que pensar un poco.

Mientras se ocupaba de su amigo, Yuta recordó el momento en el que, después de un partido, Doyoung había estado junto a él, sin dejarlo ni un segundo, justo cuando empezó a sentirse mal. No le importó si eso significaba recibir un regaño de los profesores.

¿Podía dejar de ser tan lindo?

Doyoung le gustaba, y le gustaba mucho, más de lo que estaba dispuesto a admitir incluso a sí mismo.

Sus pensamientos lo trajeron de vuelta al presente, justo cuando Doyoung dejó escapar un sollozo.

—John se enojó —dijo entre lágrimas. —Salimos a pasear, y no sé por qué se me ocurrió decirle que no me gustaba cómo trataba a mi hermano porque me hace sentir como si quisiera algo más con él. Pero se enojó conmigo porque creyó que no confiaba en él. Se fue sin más, y no tenía forma de volver a casa. La tuya era la más cercana...

Yuta frunció el ceño y, sin pensar mucho, lo interrumpió:

—Eso es ridículo —dijo, con molestia en su voz. —¿Cómo puede enojarse por algo así? Doyoung, tienes todo el derecho de expresar lo que sientes. Y más aún si se trata de tu hermano. Estoy harto de verte así, llorando por alguien que no te valora. Eres una persona tan increíble... tan delicado. Deberías ser tratado con cuidado, alguien debería presumirte, no hacerte sentir menos.

Doyoung solo bajó la cabeza, sin saber qué decir. Se disculpó en silencio antes de dirigirse al baño a cambiarse de ropa. Yuta le prestó una pijama, y Doyoung avisó a su madre de que se quedaría con su amigo esa noche. La tormenta no parecía tener intención de terminar pronto, y Yuta no podía evitar sentirse, en el fondo, contento de que la lluvia hubiera traído a Doyoung hasta su puerta.

Pasada la medianoche, ambos subieron a la habitación de Yuta. Sabía que no faltaba mucho para que sus padres regresaran, y si no lo veían en su cama, tendría problemas.

Ambos se acostaron, uno al lado del otro, mirando al techo en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.

—¿Crees que haya algo después de morir? —preguntó Yuta de repente, rompiendo el silencio y sorprendiendo a Doyoung con su pregunta existencial.

—Espero que sí... —respondió Doyoung, girando la cabeza para observar a su amigo. —Sería muy aburrido encontrarte con solo la nada.

Hubo un silencio prolongado, roto solo por la respiración de ambos. Entonces, Doyoung habló, rompiendo la calma:

Kim DongYoung's RevengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora