25 de enero del 2020.
Doyoung, encontrándose terriblemente agitado, recargó sus manos en sus propias rodillas, intentando recuperar el ritmo normal de su respiración. Últimamente estaba teniendo pequeñas dificultades al momento de jugar, los partidos comenzaban a volverse interminables y difíciles de completar, quería echarle toda la culpa a la mala alimentación de estos últimos días. A eso y a lo mal que se encontraba en términos mentales, tanto que ni siquiera podía concentrarse en clases.
Sin embargo, sus preocupaciones volaron de su mente al momento de anotar aquel gol ganador que todo el colegio celebró con emoción. Fue tanta su alegría que volteó en dirección a su mejor amigo con esperanza de que este estuviese celebrando, pero notó que ni siquiera le había puesto atención.
Supo que algo andaba mal al momento exacto de terminar el partido. Yuta no corrió para abrazarlo y decirle que lo había hecho bien, como de costumbre, si no que, en su lugar, fue a celebrar con todos los demás miembros del equipo, sin importar que estaban dejando a su capitán solo, en medio de la cancha deportiva.
Volteó en dirección a las gradas con la poca esperanza de encontrarse con su madre, y como era de esperarse, no se encontraba ahí. Era normal, le gustaba hacer horas extras para darles una buena vida.
Y su hermano mayor debería de haber estado ocupado en el estudio de danza, dándole clases a los más pequeños del lugar. Entendía que sus obligaciones eran prioridad.
Pero... ¿John? ¿Jaehyun? ambos le habían prometido estar ahí, y no es como que tuvieran mucho que hacer durante la tarde. Les había preguntado muchas veces para confirmar su asistencia, John no prometió mucho, pero Jaehyun aseguró su presencia.
Parecía que durante estos días se había vuelto invisible para las personas que amaba.
—Kim, ¿podemos hablar un momento? —la voz del entrenador lo sacó de sus pensamientos, y Doyoung se enderezó rápidamente.
—Claro, entrenador, ¿qué sucede? hoy hicimos un trabajo excelente —dijo, tratando de mantener su tono positivo.
—Sí, no tengo ninguna queja con tu desempeño. El problema es... los rumores —la mirada del entrenador reflejaba incomodidad. —Los chicos han estado diciendo que ya no te quieren como capitán. No aceptan a alguien con... tus gustos.
El comentario fue un golpe directo. ¿Gustos como los suyos?
Doyoung sintió una punzada de miedo.
No podía estar hablando en serio... Yuta era el único que sabía la verdad.
Yuta no sería capaz.
¿No?
—Eso es ridículo —respondió con un nudo en la garganta. —Mis gustos no afectan cómo juego. No deberían de decir ese tipo de cosas tan a la ligera.
—Lo sé, Kim, pero el equipo ha sido claro, todos están del lado de Yuta. Dijeron que si no te vas tú, se van ellos. Y no puedo arriesgarme a perderlos.
El entrenador lo dejó solo, hundido en su propia miseria.
Había decidido confiar en Yuta, como lo haría con cualquier persona a la que quería. Creyó que sería capaz de mantener el secreto de su relación con John. ¿Y ahora se enteraba de que utilizó ese dato para hacer que lo echaran del equipo? no quería creerlo. Yuta lo conocía, era de sus mejores amigos, y sabía lo importante que era poder permanecer dentro de un equipo que le brindaba la oportunidad de regular sus calificaciones y convivir con más personas.
¿Cuándo alguien tomaría en serio sus sentimientos? Necesitaba apoyo, pero no había nadie dispuesto a dárselo.
Aunque, para ser justo, él tampoco lo facilitaba. Siempre evitaba las preguntas sobre su estado de ánimo; hablar de ello lo hacía sentir incómodo.
Se sintió estúpido cuando pudo escuchar que el equipo celebraba y decidía nombrar a Yuta como su nuevo capitán. Un hombre de verdad siendo la cabeza del equipo.
A este punto ya no le importaban los comentarios sin sentido, simplemente tomó sus cosas y decidió huir del lugar porque la tristeza comenzaba a hacerse visible en su expresión.
Incluso si no había nadie en su hogar al momento de haber llegado, decidió encerrarse con seguro y hacerse bolita entre las sábanas de su cama. Sus lágrimas siempre quedaban perdidas entre tanto desastre que tenía de almohadas y peluches en diferentes colores.
Por lo menos sus peluches siempre le otorgaban una extraña sensación de paz, eran como un abrazo cálido que te daría tu madre después de decirte lo mucho que te ama.
Si es que estuviéramos en una película de Disney.
Últimamente se sentía tan mal que ya no le quedaban ganas de levantarse de la cama para darse una ducha, cosas tan simples como organizar sus propios peluches o sus materiales escolares se habían vuelto una tarea pesada. Solo quería dormir y soñar con esos días donde su padre lo despertaba para ir al colegio, cuando le regalaba cualquier cosa que viera en el supermercado, o cuando era un día lluvioso y decidían hacer galletas juntos.
No se trataba de lo material, al final del día podía obtener cualquier cosa que quisiera, se trataba del simple detalle que tenía su padre al pasar algo de tiempo con él.
Tomó su teléfono, decidido a pedir un poco de ayuda para calmar su tristeza.
Fueron tres llamadas las cuales John decidió que era mejor no contestar.
Porque en esos momentos se encontraba riendo a carcajadas al lado de Taeyong, teniendo una cita en la feria de la pequeña ciudad donde vivían, dejando que sus yo del futuro se preocuparan por explicar su repentina ausencia.
Varios mensajes que su mejor amigo dejó en visto, sin molestarse en avisar que estaba ocupado con algo más.
Jaehyun ahora tenía nuevos amigos que lo hacían sentir bien con su presencia, aquellos que reían a su lado y lo retaban a hacer cosas tontas con la única intención de divertirse.
Empezaba a considerarse un ser humano aburrido, sin gustos o intereses en específico. No sabía de qué hablar, o con quien. Incluso sus redes sociales habían quedado en el olvido al no tener la suficiente fuerza mental como para pretender que todo estaba bien y que tenía la vida perfecta que todos presumían ahí.
Y por vida perfecta no se refería a las personas con fotografías bonitas y un buen fondo en una selfie, sino a aquellos con la fortuna de poder presumir sus salidas con sus amigos.
Sus propios mejores amigos hacían eso, solo que con sus otros amigos. Había perdido la cuenta de hace cuanto no salía con ellos, como solían hacerlo hace unos años atrás.
Observó el techo durante horas después de terminar con su llanto, supo que era de noche debido a que la iluminación de su cuarto comenzó a cambiar.
Su vista se enfocó en aquella bufanda de color verde la cuál yacía colgando sobre su cajón a medio abrir. La misma idea que tenía en su cabeza surgió de nuevo, planeando quedarse con él durante toda la noche, para probar qué tanta fuerza de voluntad tenía.
Ojalá algún Dios fuese capaz de salvarlo de este infierno que llevaba en la mente, porque no creía resistir mucho más.
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Kim DongYoung's Revenge
FanfictionKim DongYoung se había suicidado con apenas dieciocho años de edad, dejando con ello un inmenso dolor para quienes lo conocían... o eso parecía. Sin embargo, las cosas se tornaron extrañas y era hora de afrontar las consecuencias. 🦋 N/A: Bienvenid...