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Empezó a despertarse pocos segundos después,  mientras yo le pedía a mis amigos que me dejen a solas con ella. Supongo que ya presentian porque razón.

Cuando abrió sus ojos me miró y sonrio como siempre que le pasaba eso, eso hizo que mi corazón diera un salto, la tenia demasiado cerca pero pronto se aparto borrando su sonrisa al instante.

—Gracias por atraparme— me dijo empezando a buscar por la sala a nuestros amigos.

—Les dije que se fueran. ¿Tiene 4 años?— le pregunte ahora serio yo también.

—Asi es— me contesto en un tono enojado. Yo iba a abrir la boca para preguntarle de una vez si era o no mi hija pero justo llego la pequeña Azize con una taza con su chocolate caliente.

—¡Lista mami!— le dijo empezando a correr la silla que se encontraba al lado de la de Eda para sentarse.

—Bien bebé, toma— dijo Eda sacando de su bolso un libro de dibujo que tenía en la portada escrito en letras grandes Azize.

—¿Que cree usted que debo dibujar señor Serkan?— me pregunto la pequeña mirándome con su lápiz ya en mano.

—¿Que sueles dibujar hermosa?— le pregunte yo a cambio tomándome el tema muy enserio. Ella empezó a bajar de la silla mientras tomaba su cuaderno y su lápiz,  y cuando creí que ya iba a venir hacia mi se detuvo mirando la silla que ocupaba y dándole la espalda la empujó  dejándola bien acomodada en su lugar como hasta hace unos momentos.
Después tomo su taza y ahora si camino hasta a mi y tomando la silla que tenia al lado se sento dejando todo muy bien acomodado y abriendo su cuaderno para mostrarme.

—Estoy aprendiendo sobre las flores, así que mamá le pone los nombres arriba y yo las dibujo— me contó mostrándome cada una, tenia el talento de su madre,  se notaba dibujaba demasiado bien para niños de su edad.

Ella me hacia sonreír, y saber que aprendía de las flores hizo que mirara rápidamente a Eda que nos miraba nerviosa del otro lado.

—Pero también dibujo otras cosas, esta es mi casa en Italia— me contó después  mostrándome lo que se notaba era un apartamento.

—Tienes mucho talento— le comenté  mirándola a los ojos, esos ojos brillantes que me miraban ahora.

—¿Usted cree?— me pregusto emocionada mientras yo asentía. Y ella aprovechando lo cerca que estábamos me abrazo mientras mi pecho se calentaba, no podía ser lo que estaba pensando, no podía me repetía a mi mismo sintiendo la paz de tenerla apoyada en mi pecho. —Ah perdon— me dijo saltándose y sonriendo mostrándome sus hoyuelos. Era como un deja vu de una Eda más joven recién entrando en la experiencia laboral.

Al parecer para Eda también lo fue ya que nos miraba fijamente.

—Azize mi vida, tal vez Serkan tiene que trabajar. ¿Por que no vienes aquí conmigo?— le dijo mientras su hija asentía. Pero yo tome su pequeña mano reteniendola.

—No hay problema Eda, no tengo nada urgente— le respondí.

Pasamos la mañana asi, con Azize a mi lado dibujando lo que parecía ser una casa mientras yo revisaba mi correo y contestaba algunos de ellos, y Eda por su parte hacia lo mismo.
A veces las miraba de reojo a las dos, la pequeña Eda que tenía al lado de verdad se parecía a su madre pero también había algo en ella que me tiraba, que me llevaba a querer tenerla cerca en estas pocas horas que llevaba de conocerla.
Por extraño que parezca nadie nos molesto, era como si todos supieran que era todo muy extraño pero a la vez íntimo. Algo solo de nosotros, algo que tenia que solucionar cuanto antes con Eda.

Llego la hora del almuerzo y Eda y Azize se fueron, porque tenían que comer con Ayfer. Me lo contó la pequeña princesa que paso la mañana a mi lado para después despedirse con su hermosa manito.

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