–¿Hoy no vendrá Denki? –Preguntó la castaña mientras servía té imaginario en las tazas de porcelana.
–No. –Respondió en seco el rubio de mala gana. Jamás aceptaría a jugar algo tan estúpido, menos con la niña que lo tenía cansado con sus visitas frecuentes. Si no fuera por las amenazas de su madre, ya la habría asustado lo suficiente como para que no se acercara más a ellos. Ese fin de semana en particular esperaba pasar más tiempo junto al peliverde, pues habían pasado la semana entera discutiendo, ya que al pecoso no se le pasaban las ganas de unirse a la guardia real y el rubio no pensaba permitirlo por nada del mundo, no después de lo que había visto.
–Él se quedó con Mitoku hoy, ha estado un poco triste ésta semana, supongo que aún no se recupera por haber faltado a la ceremonia de honor en el palacio. –Aumentó el peliverde para saciar la curiosidad de la chica. –Pero de seguro viene el siguiente fin de semana. –Se le había hecho costumbre recibir la visita del marquesito los fines de semana. A éste punto no sabía si lo hacía por Ochaco o porque de verdad le gustaba pasar tiempo con Kacchan, pues casi siempre terminaba jugando más con el rubio que con ellos.
–Ya veo, es una lástima que Mitoku no pueda venir. Me gustaría conocerlo –Dijo la chica sentándose en una de las sillitas que las condesas habían comprado, junto con el set de té para complacer a su nueva invitada. No era el futuro compromiso de ninguno de los chicos, pero el barón Uraraka era uno de los empleados más confiables de Masaru y, por tanto, no paraba en casa. Por esa razón, a la niña no se le permitía recibir amigas ni visitar a ninguna, pues el padre no daba su autorización y a diferencia de las condesas, la baronesa no tenía tanta libertad. Convirtiéndose de esa manera en una más del grupo de amigas y la pequeña por su puesto, estaba incluida a la fuerza en el grupo de los hijos.
–Eso es complicado, su padre y su madre tienen restricciones muy... -El peliverde trataba de buscar una palabra que describiera la situación sin sonar irrespetuoso.
–Estúpidas. –Completó el rubio, alterando al peliverde y logrando sacar una risotada por parte de la chica.
–Kacchan, son los duques, no podemos decir esas cosas. –Hablaba casi en murmullos, nadie podría oírlos, pero aun así no podía dejar de sentirse intimidado por la conversación.
–Son estupideces, lo sabes bien, tanto como yo. ¿Qué cosa es esa de no quitarse las camisas? ¿En qué momento uno se quitaría la camisa? Ni que estuviera loco. Dejar el pecho expuesto a tus enemigos es estúpido. –Las imágenes de aquella habitación escondida en el palacio regresaban a él. Los dos soldados se dejaron al descubierto porque no tenían opción. Aún podía recordar la mirada atormentada del pelirrojo mientras...
–Pues una camisa no es mucha protección tampoco. –Intervino la castaña.
–¿Cómo qué no? –La retó. –¿Acaso puedes meter la aguja en el lugar correcto si no lo ves? Niña tonta. –Espetó el rubio, descargando algo de su fastidio. Lo sabía muy bien por experiencia, ojalá fuera tan fácil matar a alguien, así no tendría pesadillas en la noche pensando que el condenado psicópata lo había encontrado.
–Ohhhh –Exclamó la pequeña dándose cuenta. –Pero tampoco es que las camisas estén muy flojas como para que confundan a tu enemigo y te den donde no es. –Aclaró orgullosa. –Todos saben que el corazón late a la izquierda y ahí se debe meter la espada. –Hizo un gesto como dando una estocada que hizo reír al rubio.
–No tienes ni idea. –Dijo entre risas. –Todo está mal en esa postura. –Continuó riendo, era como verse a él mismo, tan inocente e ingenuo y estúpido, ni siquiera sabía por qué se reía si le resultaba tan doloroso.
–Pero el corazón está a la izquierda. –Repitió un poco sonrojada, tratando de mantener su nivel de confianza estable.
–Sí, pero también hay costillas, puedes atravesarlas, pero sólo si tienes la fuerza suficiente y una buena espada. –Explicó soberbio. Ya le hubiera gustado a él, poder fracturarle las costillas al imbécil ese. Si tan sólo hubiera cogido un sable en lugar de una estúpida navaja.
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The Both of You
Teen FictionLa Duquesa Jiro dominada por sus temores hace pasar a su única hija como varón. Mitoku Jiro crecerá como un niño sin complicaciones hasta que los cambios empiecen a ser muy notorios. *Los personajes pertenecen a Khei Horikoshi *La portada fue editad...