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El grito se escuchó en medio palacio y en menos de un minuto, se corrió la voz al resto. Las mañanas solían ser calmadas, estaban estratégicamente planeadas desde el día anterior. Se sabía qué atuendos usarían el duque, la duquesa y el duquesito, se sabía qué alimentos consumiría cada uno de ellos, si desayunarían juntos o en sus aposentos. Se sabía qué criados los acompañarían en caso de salir y de no ser así, se sabía qué criados los acompañarían dentro de sus tareas dentro del palacio.

Nunca se esperó que una mañana el palacio despertara sin duque, sin duquesa y sin duquesito, más aún cuando se esperaba la llegada del primero antes de que los rayos del sol salieran y cuando no se sabía de la partida de los otros dos.

–¡Lady Rose! ¡Lady Griselda está desvanecida, la traen los muchachos! –La mencionada dejó de batir la crema de leche que estaba preparando para el pequeño duque, a quién le encantaba comerla con un poco de miel de abejas.

–Qué dices Bertha, en todos mis años aquí jamás he visto a esa mujer siquiera torcerse el pie. ¡Ahora desvanecida! –Limpió sus manos en el delantal y se dirigió a las reservas de licor, para sacar un poco de ron o de vino con lo que reanimarla, luego partió hacia el estantillo en el que guardaban las hierbas medicinales, para preparar un té de lavanda o de jazmín para calmarle los nervios cuando despertara. –¿Y la duquesa? ¿Cómo está la duquesa? Las dos son prácticamente una, gracias al cielo Mika tiene el alma más seca, pocas cosas deben afectarle.

–La duquesa no está mi lady, la están buscando por todo el palacio. Su cama está entera y nadie la ha visto desde anoche.

–¡Dios mío Bertha! ¡¿Le han informado al duque?!

–Tampoco ha regresado, Beltrán avisó que llegarían al alba, los criados siguen esperando en la puerta. –Lady Rose tomó asiento junto a sus medicinas, escuchando cada vez más cerca los pasos de los criados y las voces de las criadas que de seguro traían a la ama de llaves. –El joven Mitoku estuvo aquí anoche, lo recibieron en la puerta principal, pero tampoco está en su recámara.

–¡Lady Rose! –La mencionada se levantó de inmediato a atender a su compañera. Su rostro acongojado, aún en la inconsciencia, sólo demostraba lo mucho que significaba su ama para ella.

–Déjenla y márchense, no quiero disturbios, aquí nada ha pasado ¿Entienden? Cada quién hará lo que debería estar haciendo y esperaremos al duque con calma. ¡No quiero un solo murmullo en los pasadizos! ¡Y mucho menos un comentario fuera de las puertas del palacio! –Los presentes asintieron inmediatamente, después de todo, sin Beltrán en el palacio y con Griselda indispuesta, la siguiente con poder suficiente para ordenarles era Lady Rose. –¿A qué esperan? ¡Largo de la cocina! –Los criados salieron aprisa, cada quién a su lugar designado, fingiendo de la mejor manera posible que era un día como los otros.

Griselda despertó enmudecida, nadie trató de preguntar nada ni informar nada tampoco, por miedo a que sufriera otro desmayo. En su lugar se ocuparon de atender a la señora y señorita Yaoyorozu, sin informar de ningún percance tampoco. Algunas muchachas quedaron reclusas dentro de la gran cocina, incapaces de contener las lágrimas pensando en el paradero de su futuro duque, quién nunca salió del palacio sin compañía de su padre y sus criados.

–¡Basta de lloriqueos! El joven debe estar de regreso en la academia, de seguro olvidó algo importante. Es un muchacho muy capaz, le echarán la mala suerte con sus preocupaciones. –Lady Rose estaba preocupada también, era obvio, pero siendo la actual cabeza del palacio, debía mantenerse fuerte ante todos, rezando internamente por sus amos.

–¡Están de regreso! –La voz de Bertha hizo respingar a todas las presentes en la cocina. –¡El duque ha regresado! ¡Trae a la duquesa y a nuestro niño de regreso! –Lady Rose sintió como el alma le regresaba al cuerpo y antes de estar completamente consciente, ya estaba corriendo junto con todas las demás en dirección a la puerta principal. Ni siquiera ella misma fue capaz de seguir sus propias órdenes y fingir que nada había pasado.

The Both of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora