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Las luces del sol nunca le parecieron tan molestas. Quiso levantarse, pero sentía un peso en el pecho y en los brazos que lo adormecían. Hizo un gran esfuerzo y por fin pudo abrir los ojos y al no reconocer el lugar en el que estaba, los recuerdos de la noche anterior lo azotaron incrementando su dolor de cabeza. Se quitó como pudo a las mujeres que tenía encima y se sorprendió al ver que seguían dormidas a pesar de la brusquedad con la que las había apartado. Buscó sus prendas entre el revoltijo de telas que había en el suelo y se vistió lo más rápido que pudo. Evitó en todo momento recorrer el lugar o mirar demás porque sabía que encontraría muchos cuerpos desnudos alrededor que no quería volver a ver jamás.

Al bajar a la planta principal se topó con algunos mayores que todavía se encontraban bebiendo y apostando. Al verlo salir despavorido sólo rieron a carcajadas y soltaron una que otra palabrota. No recordaba para nada el camino, pero como dijo su amigo la noche anterior, no le importaba si se perdía o si no llegaba entero a la academia, sólo quería huir de ese lugar, de sus recuerdos y de todo lo que había pasado, aunque no recordara ni la tercera parte por efectos del alcohol.

Cuando pudo ver el muro de la academia suspiró aliviado, lo sobrepasó como pudo y corrió hacia las duchas a tratar de limpiar su cuerpo y tratar de calmar los efectos de la resaca. Estaba muy confundido por todo lo que había sucedido y por los ligeros recuerdos que empezaban a regresar a él. Era una mezcla de sensaciones agradables y asco, asco de él, de su cuerpo, de sus decisiones, de todo.

Estaba dispuesto a irse con sus amigos, no supo cómo terminó haciendo lo contrario. Nunca esperó escuchar a su amigo de la infancia hablar sus sentimientos de una manera tan resoluta y hasta valiente dadas las condiciones. Algo que él debió hacer, pero no pudo. Recordó voltear a buscarlos después de que la rubia lo dejara respirar por fin, encontrándose con la oscuridad del bosque. Debió correr a donde fuera y llamarlos, sabía que ellos responderían porque eran sus amigos y no lo abandonarían ¿Por qué no lo hizo? Sólo se dejó llevar, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba rodeado de muchas jóvenes que tocaban donde querían sin preguntar. No podía negar que su cuerpo se sentía bien, pero su mente estaba perdida y atormentada recordándole que todo estaba mal.

No tienes que pensar muchacho, muchos jóvenes se agobian la primera vez y ni siquiera logran levantarlo, pero tú estás muy bien aquí abajo. –Recordaba a una castaña masajeando lentamente su miembro.

Si tanto te apena, puedes pensar en la chica que te gusta. –Escuchó reír a sus colegas quienes no lo dejaban hablar pues todas trataban atacar su boca.

Y si eso no funciona... -Bebió por inercia otro de los muchos vasos de alcohol que le habían empujado al rostro. –Sólo bebe más y cierra los ojos. –Alguna de las damas que estaban rodeándolo pasó alguna tela suave cubriendo sus ojos.

A partir de ese momento todo se volvía confuso. Sentía humedad en muchas partes de su cuerpo y sólo recordaba tocar piel, sin saber ya qué parte era siquiera. "¿Puedes adivinar adentro de quién estás?", "¿Con quién quieres jugar ahora?", "Amanda ya déjalo yo también lo quiero." Esas y muchas frases más aparecían una a una junto con algunos recuerdos que preferiría no tener. Su cuerpo se sacudió sólo ante la sensación hueca que tenía dentro de él. Cerró la ducha cuando sintió sus extremidades entumecidas por el frío y decidió salir y envolverse en su cama hasta que pudiera reunir un poco de valor para poder dar cara a la vida.

Pero como era de esperarse, nada saldría bien ese día. Al abrir la puerta de la ducha se topó con unos ojos rojizos amenazadores que conocía muy bien desde pequeño. No decía nada y no era necesario, con tal sólo verlo sabía que estaba decepcionado. Trató de salir del lugar ignorando su presencia, pero no fue posible.

The Both of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora