The Both of You

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Como cada miércoles, se levantó más temprano que de costumbre y partió a un lugar cercano a la academia que su mentor había señalado para hacer sus entrenamientos personales. Hacía más frío que de costumbre, pero él estaba a buena temperatura, pues ya llevaba por lo menos diez minutos trotando. A lo lejos pudo vislumbrar la silueta de su maestro, mucho más delgado de lo que acostumbraban a verlo.

–Lamento la demora All Might, juraba que había salido a tiempo. –El peliverde hizo una reverencia exagerada y esperó escuchar órdenes de su maestro.

–No, estás a tiempo, yo llegué con mucha premura. –Mostró esa sonrisa inspiradora que tanto intentaba imitar su pupilo. –Dime joven Midoriya, ¿has tenido algún sueño importante últimamente? –El joven negó. La única vez que logró soñar a una mujer con cabellera negra fue cuando se convirtió en discípulo de All Might, casi dos años atrás en las minas de su familia.

–¿Cree que no lo estoy haciendo bien? Según lo que me dijo la señora, aún tenemos diez meses hasta la ceremonia. –Su maestro aún no le había contado todos los detalles, pero entendía que debía ser mucho más fuerte de lo que ahora para poder enfrentarse al príncipe del reino vecino y así mantener el equilibrio en el mundo. No lograba comprender muchas cosas, pero confiaba en su mentor, sobretodo, después de ver cómo sus habilidades físicas habían mejorado sobre manera. Fue por esa razón que decidió cambiar su estilo de pelea, para no lastimar a sus compañeros; sin embargo, no era necesario contenerse contra su mentor, pues él tenía las mismas habilidades que él.

–No, tu progreso es asombroso para el poco tiempo que tenemos. En realidad, debería ser yo el que lo haga, pero agoté gran parte de mi fuerza combatiendo contra ese grupo criminal. –El peliverde asintió apenado, él ya había visto las horribles cicatrices que le quedaron después de la batalla. –Grupo, que nunca supo que yo era el sucesor de Nana Shimura, y que no sabe que tú eres el siguiente, pero que está buscándote con gran esmero. –Midoriya tragó saliva preocupado. –¿Sabes quién era mi maestra? –El joven negó. –Claro que no, ella se encargó de borrar sus huellas, pero tal vez sí lograrás recordar a Nanako Todoroki. –El peliverde asintió.

–Fue una de las reinas más conocidas, es la abuela del príncipe heredero. Tiene una historia muy triste. Era muy querida por el pueblo, pues solía entregar sus pertenencias más valiosas sin dudarlo. Sin embargo, era maltratada por su esposo, el rey. Se dice que logró robarle algo muy importante, algo con lo que le quitó mucho poder y luego se suicidó saltando de los muros del palacio. Dicen que al caer regó muchas joyas y monedas de oro, que serían el último regalo hacia su pueblo.

–Parte de esa historia es real. Mi maestra siempre fue muy bondadosa. Pero ella no murió y tampoco robó nada. –El peliverde abrió los ojos llenos de sorpresa y se acercó a su maestro quién le indicó un lugar para tomar asiento frente a él. –Existe una leyenda, una que tal vez te guste mucho, tiene que ver con las razas perdidas y como supondrás, tiene que ver con el hecho de que te escogiera como mi sucesor y el siguiente portador de la voluntad de mi maestra.

El día amaneció peor que nunca. Pudo regresar a casa, pero en su terquedad decidió quedarse esos días de corrido para poder practicar con sus amigos, pues la siguiente semana sería el tan esperado encuentro con las tropas reales y había faltado más de la cuenta por la bendita fiesta de compromiso. Lastimosamente ese mes su sangrado se adelantó y tuvo que pedir permiso para quedarse en su cuarto todo el día, aunque tenían práctica de esgrima en la tarde. Agradeció que el director le diera permiso, no le gustaba abusar de su posición, pero en éstos casos no tenía más opción. Sólo le preocupaba la mala actitud que podía tomar su instructor con él, pues Aizawa odiaba los privilegios y a los privilegiados.