The Both of You

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Griselda sonrió al ver a su señora tomar un baño tan largo después de tanto tiempo. El estrés la estaba envejeciendo más rápido de lo que debía, aunque no dejara de verse hermosa. No leía las novelas que le gustaban, ni dedicaba tiempo a escoger nuevos vestidos. Aunque adoraba sus baños con esencias aromáticas y rutinas largas del cuidado de la piel, sólo tomaba baños rápidos para evitar la acumulación de olores desagradables y mantener el hábito de higiene. Así que después de tantos años de descuido, estaba feliz de cuidar de su piel blanquecina como era debido, tal vez incluso se atreviera a visitar al duque cuando regresara el día siguiente o tal vez esa misma madrugada.

–Pondré un poco de carbón la plancha para calentar sus sábanas mi lady. –Era mucho más temprano de lo que acostumbraban, siendo el día siguiente tan atareado como debía, resultaba relajante saber que podrían dormir una o dos horas más.

–Aún no Griselda, no tengo sueño y quisiera aprovechar la ausencia de mi hijo y mi marido para disfrutar un poco de mi misma. –Griselda suspiró, le agradaba que se diera tiempo para ella, aunque siendo sincera, ella si estaba muy cansada. –Puedes ir a descansar después de vestirme, no requeriré de tus servicios.

–Disculpe mi lady, no quería mostrarme cansada, no es molestia serle de compañía, es tarde y no quisiera que usted... -La mano de la duquesa sobre su brazo la detuvo.

–Quisiera pasar un tiempo sola, siempre estás a mi lado y me siento protegida y acompañada, pero no siempre fue así y no siempre lo será. Es bueno que pueda disfrutar de la soledad.

–Siempre estaré a su lado mi señora, sé que no merezco un lugar junto a los restos de la familia de Jiro, pero si pudiera, la seguiría hasta la tumba. –La pelivioleta sintió una punzada en el corazón al escucharla, su dama no era cualquier criada, provenía de una buena familia, sin embargo, había dedicado su vida desde muy pequeña a servirla.

–No creo ser merecedora de tanta lealtad, desechaste tantos compromisos por seguirme, cuánto me habría gustado engreír a tus hijos aquí en la casa. Tal vez uno de ellos hubiera acompañado a mi Mitoku. Anhelo tanto tu felicidad como tú anhelas la mía. –La criada sostuvo la mano de su señora con afecto y la beso depositando un par de lágrimas sobre su dorso.

–No habría podido dedicarle mi afecto ni cuidados a ningún hombre mi lady, a nadie que no fuera usted, mi vida es suya y sólo suya. –La duquesa acarició la cabellera de su dama hasta verla más calmada, la quería tanto como habría querido a una hermana pequeña. Si quería quedarse a su lado, la tendría siempre y cuidaría de ella hasta el final de sus días y si en caso ella partiera antes, se aseguraría de dejarla en manos de Mitoku.

–¿Estás seguro Kacchan? –El rubio asintió sin emitir palabra alguna. Caminaban de regreso a sus habitaciones después de la cena. –Es peligroso... Incluso All Might tiene problemas para seguirme el ritmo.

–Porque tiene el cuerpo destruido. –Se detuvo y colocó una mano sobre la cabellera peliverde. –¿Tengo que recordarte quién te ganó anoche?

Había pedido a ambos instructores ser parte del entrenamiento de Deku. Ninguno de los dos se opuso, pues les parecía una gran idea que el joven también mejorara sus habilidades.

–No estaba usando ninguna de mis singularidades. –Bajó la mirada y empezó a jugar con sus manos.

–Bueno, mientras más entrenes sin tus singularidades, más preparado estará tu cuerpo para cuando lo hagas. Además, puedo observarte cuando las uses y decirte qué estás haciendo mal y qué estás haciendo aún peor. –Sonrió y retiró su mano, extrañando la suavidad al instante.

–Gracias. Siempre quise contártelo, solo que... -Soltó un suspiro.

–No tienes que decir nada, hiciste lo correcto. Tal vez debí ser yo quién hablara antes. La información que reuní, lo que sucedió en palacio, todo pudo ser de utilidad para All Might. –Sintió una mano en su hombro y giró para toparse con esa sonrisa que no veía hace mucho.