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Era un día normal en la vida de Rubén Doblas. Como casi todos los días recibió uno de los video que le había encargado a su editor, el cual revisó en la mañana. Acababa de terminar un directo de aproximadamente cuatro horas.

Eran las 10 de la noche pero no tenía sueño, al contrario le apetecía jugar algo, así que les preguntó a sus amigos si estaban disponibles. 

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La voz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora