SCEGLI. #3

Opciones.

Se preparó mentalmente para saber qué decir exactamente, esto ya no se trataba de que tenía que ser suave o no por si hería los sentimientos. Hasta esas alturas, no le había dado señales de que algo podría suceder.

—Eso es todo —mencionó el moreno en una sonrisa. 

—Sabes de antemano que los sentimientos no son correspondidos. Puedo tomarlo, en serio, puedo, pero no quiero.

—Entonces, ¿no te importaría si me voy y no vuelves a verme?

—No es lo que me gustaría, pero tampoco es algo de lo que te pueda obligar a hacer —aclaró—, aunque te quisiera a mi lado, no es de la misma manera en que tú a mí. 

—¿Entonces?

—No, Jacob, no estoy enamorada de ti.

Él asintió lentamente.

—Y no te importa si me voy de tu vida.

—No es así.

—Bueno, de todas maneras me quedaré.

Sintió los dedos ajenos en una caricia en la mejilla, por lo que apartó esta.

—¿Puedes dejar de hacer eso?

—No, solo decide. Me tienes como soy, con toda mi mala conducta e intensidad o nada. Es simple.

Se mantuvo ceñuda, no podía creer que fuera de ese modo.

—Vamos, Stella, ¿es que no te das cuenta? No pienso tirar la toalla.

—A la única persona que he querido de la manera más romántica en su momento, ha sido él —confesó, esperando que entendiera—. Las cosas se han vuelto confusas pero no voy a darte falsas esperanzas.

—¡Pero también me querías! —iba a protestar, pero el chico continuó—. No de la misma manera tal vez, lo sé, pero él ya no es nada tuyo. Terminaron hace un buen tiempo, olvídalo. Se fue, te dejó sin siquiera pensar en las consecuencias que debe afrontar: yo.

—¿Soy un juguete por el cual piensas pelear o algo? Eres increíble. 

De la nada, notó la seriedad del otro, poco a poco fue retrocediendo hasta que sintió la firmeza de la mano ajena en las mejillas, su mano era lo suficientemente grande para tomar ambas mejillas con los dedos.

—Voy a luchar por ti, no lo olvides, tienes donde elegir.

—¿Puedes soltarme, por favor? 

Veía las intenciones en los ojos ajenos, una tremenda bandeja roja que danzó frente a sus ojos que le hizo chillar sin siquiera poder decir alguna cosa. Para entonces, los labios impropios estaban sobre los suyos siendo sujetada desde la nuca con la otra mano, era un beso lleno de ira y violencia. Con toda la fuerza humana que tenía, trató de empujarle lejos incluso desde el rostro, no importaba si trataba de clavarle las uñas, nada parecía funcionar. Por instinto, frenó toda acción y quedó como una estatua, escondiendo los labios de algún modo y esperando con la ansiedad a tope que se detuviera. Funcionó, él se apartó para mirar, pero nuevamente dio un nuevo beso hasta que se alejó.

—¿Ya está?

—Sí, ya.

Apenas escuchó el suspiro ajeno, con toda la rabia que tenía en su cuerpo tiró el brazo hacia atrás con la mano hecha puño y la impulsó hacia la boca del moreno, logrando sentir un crujido, pudo haber sido perfectamente un crujido que le llenara de satisfacción. Estaba en contra de esa violencia, realmente lo estaba. Pero logró ponerla al borde de la histeria y lo único que consiguió, fue hacerse daño.