SCEGLI. #3

Idea en marcha.

Completamente preparada, chequeó una vez más lo que debía llevar en el bolso, esperando que eso fuera suficiente teniendo en cuenta de que la salida era solo una mentira para esos días. Las entradas que había comprado como regalo, terminó siendo obsequios para sus amigos y funcionó bastante bien, teniendo en cuenta que estos acabarían fuera de la ciudad. Billy invitó a Franchesco a navegar a mar abierto antes de llevarle a ver un partido por la tarde, mientras que los dos jóvenes licántropos ya antes mencionados estarían cuidando y protegiendo la reserva. Eso garantizaba la seguridad de su padre apenas saliera de sus turnos.

Yéndose en el coche propio hacia la casa de los Cullen, fue bastante bueno el hecho de que hayan conservado aún la cama enorme en el cuarto de Edward. Fue él mismo quien la recibió en casa, ayudando con sus cosas y ofreciendo inmediatamente algo de comer porque no olvidaba sus necesidades humanas. Esa misma noche Edward la dejó durmiendo con tranquilidad con el aviso que se iría con el resto pero volvería antes del amanecer. Si bien le gustaba aprovechar el día y despertar ciertamente temprano, comenzó a tomar cierto gustito por sus horas de sueño, incluso cuando el sol ya brillaba con fuerza desde el otro lado del ventanal. No le molestó. Quiso descansar un poquito más antes de terminar despertando, yendo al baño para sus necesidades básicas y luego regresar al cuarto para hacer la cama.

No podía perder el tiempo de todos modos aquel momento, tenía todo demasiado encima y de algún modo la dejaba completamente ansiosa por todo lo que debía hacer. Al medio día ya estaban los Cullen  en casa, fue una cosa de sentir la presencia de ellos para darse cuenta del ambiente que se aspiraba. 

—Creo —comenzó Alice, realizando una notoria mueca debido a la falta de certeza por parte de ella— que deberías llevar un abrigo en la maleta, Edward. No puedo ver donde estás, debido a que estás con ese perro, solo ten en cuenta desde ya que la tormenta será bastante grave en esa zona.

El vampiro asintió.

—Nevará.

—¿Lo hará? —susurró con impresión, mirando a ambos de a poquito—, apenas estamos a Junio. Hace tiempo que no veo nieve.

—Eres friolenta, Stella, definitivamente debes llevarte más que una chaqueta.

Asintió en un mohín. Se eligió el saco de plumas, uno doble más la tienda de campaña individual agregando los botes de comida que le harían falta, todo en un bolso. 

—¿Puedes llamar a Jacob, por favor? —alzó los ojos hacia el vampiro, asintiendo—. Dile que iremos en una hora a recogerle, ya conoce el sitio.

A pesar de que llamó, no sirvió de mucho teniendo en cuenta que el interpelado no estaba, pero Billy había prometido que iría a por el chico y le entregaría el mensaje personalmente. 

—Tu padre estará en buenas manos, mi niña —prometió el adulto—. En lo que me concierne, está todo bajo control.

—¿Me lo promete?

—Te lo prometo... No sabes cuánto me encantaría estar con ellos mañana —sintió el suspiro cargado en tristeza, lo entendió—. Es tan duro ser viejo, Ella. 

—Estoy segura que Jacob y los demás podrán contar todo, espero que se cuide y mi padre también.

—Mucha suerte, díselo también a los Cullen de mi parte. 

—Lo haré, Billy.

Cuando regresó al lugar para devolver el teléfono, se encontraban los dos hermanos conversando plenamente. Carraspeando, sonrió de costado.

—Billy les desea mucha suerte.

—Muy amable de su parte —replicó Ed.

—Stella, ¿podemos hablar?