Cada vez más numerosos.

572 51 0
                                    

-Acabo de ver...

Al alzar los ojos ni siquiera le dio tiempo de prestar atención a lo que iba a decir Alice, misma que fue codeada por su hermano, esquivando la acción.

-Está bien, es tu chico quien quiere que lo haga, pero he de intuir que tal vez te abrumes un poco. Bueno, la verdad es que nunca sabemos cómo actuarás.

-¿Necesitas algo? -murmuró amable, preparada para ayudar en cualquier cosa.

-Haremos la fiesta de graduación -la vampiro bailaba con gracia entorno a Edward mientras este trataba de despeinar, sonrió ante la escena-, mi hermano dice que es mejor decírtelo personalmente.

-¿Necesitas que te ayude?

La chica aplaudió con euforia.

-¡No sabes lo mucho que me agradas, Stella! Por cierto, amé mi regalo. No debiste molestarte.

Frunció el ceño, haciéndose la desentendida.

-Pero si yo no tengo ninguno.

-Es que lo vas a tener.

Ni siquiera logró perseguirla entre risas, aunque seguían ahí, molestándose los tres.

-¿Cómo una criatura pequeña puede ser insoportable? -oyó del vampiro.

Pero su amiga se echó a reír.

-Talento natural, ya verás.

Lunes cuatro, solo faltaba una semana para el día de la graduación y no podía estar más que nerviosa por ese momento tan esperado. Era algo que pudo compartir con los vampiros y sus compañeros de clase, haciendo planes y manteniendo todo organizado como se debía, disfrutando su adolescencia con cosas tan sencillas como esas, teniendo la elección de hacerlo y completamente agradecida de ello. Luego de la escuela fue a comer con una de sus amigas del instituto, varias, recordando justo ahí que debía esconder el regalo que le tenía a Alice por si lo encontraba. Era imposible sorprenderla, pero esta se mostraba verdaderamente agradecida que no le molestaba.

La graduación ya estaba por encima que no podía estar más que contenta, el tiempo volaba tan rápido que ni siquiera le importaba el resto de situaciones. Apenas había logrado desayunar con su padre entra una charla armoniosa cuando echó un vistazo al periódico, siendo un golpe duro a su propia estabilidad.

SEATTLE ATERRORIZADA POR LOS ASESINATOS

La noticia se leía horrible, demasiado a comparación de las veces anteriores que había logrado leer. Esto era una catástrofe, entendía muy bien el sentimiento de horror que debían sentir esos habitantes, sin salir con el miedo de que podrían ser los siguientes. Al ser esa situación, también no habría salido de casa ni por asomo. Tampoco habría permitido a su padre salir, de hecho, ambos habrían viajado lejos para buscar estabilidad en otro sitio. La noticia le hizo temblar las manos, se sintió pésimo, mareada y con náuseas.

-¿Stella?

Dio un brinco cuando se dio la media vuelta, asustada y jadeando. Edward apenas iba entrando, sentándose a su lado.

-¿Te asusté? Lo siento, vi a tu padre marchar y me dejó entrar. Debí avisar.

-Es lo de menos -negó de forma eufórica, moviendo el diario hacia él-. ¿Lo has visto ya?

-Tenemos que hacer algo inmediatamente.

Por el tono de voz que el chico había utilizado, no le gustó para nada. Soltó un suspiro tembloroso, sintió las manos frías.

-¿Deseas ir a clase hoy? Nunca faltas, lo sé, pero solo tenemos unos días para los exámenes finales y no creo que den algo nuevo.

-¿Qué haremos?

SCEGLI. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora