Despedida.

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Suspiró de forma consciente mientras se mantenía en el baño de manera paciente, a la espera de que Alice terminara. Miró todos esos productos de belleza con tremenda impresión, pensando en que claramente la vampiro ni nadie de ahí lo necesitaría. Sintió unos delicados tirones sobre el cabello, no dolía para nada. Preparando la coartada para aparentar lo que realmente no hizo, trató de no arruinar nada de lo que tenía en su cara. 

—Ha sido un día muy largo para ti —comenzaba Alice en un murmullo—. Lo siento tanto, por todo lo que has tenido que pasar. Ahora lo que necesitamos es que su padre se mantenga en la ignorancia para que siga estando a salvo, ¿se entiende? —asintió de forma continua—. Debes ser fuerte, ser un Cullen requiere ser meticulosamente responsable. Sé que lo lograrás.

Se puso de pie con cuidado sobre aquellos tacones bajos de marca mientras volteaba a verla, sintiendo esos fríos brazos que la acurrucaban con cariño.

—Te ves preciosa.

—Muchas gracias por la ropa, en serio —replicó de regreso, estando realmente agradecida—. Te lo devolveré cuando pueda.

—Necesitas una prueba, ¿qué es una salida de compras sin un precioso conjunto nuevo? Quédatelo, es un obsequio. 

—¿Puedo hacer una pregunta? 

La pelinegra asintió.

—¿Crees que terminaría siendo como Bree en mi posible otra vida?

Le había dado vueltas a ese asunto desde que conoció por primera vez a un neófito, como Bree, por ejemplo. Solo que, tomó a la chica por sorpresa con aquella pregunta. Recibiendo una caricia sobre el brazo, esta respondió.

—Cada quien es distinto, pero puede haber un parecido. Es temporal. 

—¿Puedo hacerte la última pregunta?

—Daré lo mejor que pueda.

—¿Me sigues viendo humana?

Parecía haber soltado un suspiro.

—Tu destino es confuso, pero sí, porque no lo has decidido de ese modo.

Sintió nuevamente que era abrazada por parte de la vampiro, con un poquitito de más fuerza.

—Te quiero mucho, Stella.

—Y yo a ti. Nos veremos pronto.

Tomó lo que eran de sus cosas y se marchó a casa en su propio coche, conduciendo con mucho cuidado para llegar a casa de su padre, quien le había esperado de manera ansiosa.

—Mi rayito de sol —saludaba con una enorme sonrisa, un atisbo absoluto de que la había extrañado, ambos se abrazaron, solo que ella apretó más fuerte por las ansias que tenía finalmente de verlo y sobre todo, con vida—. Parece que alguien me extrañó, ¿qué tal la salida?

—Bastante buena —sonrió con alegría—, acabamos de volver. Alice tiene un buen gusto, habían unas tiendas bastante llamativas. Solo que no llevé demasiado dinero.

—He de imaginar que sí, por cierto, ¿supiste lo de Jacob?

Soltó un suspiro, borrando su sonrisa.

—Los padres de Alice me han dicho, se cayó de la motocicleta.

—Debo suponer que no ha tenido ni un cuidado, por eso, Stella, debes ser diferente. Siempre cuidadosa, con tu casco y cualquier cosa que pueda salvarte la vida, como no andar a lo loco con la velocidad la tope.

—Sí, papá.

—Espero que se recupere, Carlisle está allí y confío en sus habilidades tanto como las mías. Él llegó antes de que pudiera hacer algo.

SCEGLI. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora