»Alfa + Omega = Desastre ✔️ +18 [ Lizkook ] [ Omegaverse ]

057 [ Semi-Final pt2. ]

—No puedo creer que tú lo hayas planeado con este ingendro del mal — golpeé a NamJoon en el brazo, pero Jungkook me abrazo más fuerte, tratando de que no golpeara a su aliado.

—Era una sorpresa, ya no contaría si te hubiera dicho — añadió. Yo hice un puchero.

—Tardaste mucho.

—Mamá se divorcio de papá, la empresa pasaba por un momento muy crítico, ya que, bueno...éramos la comidilla de la prensa. Me hubiera gustado dejar que todo se hubiera ido a la mierda, pero lo hice por mamá, ella estaba muy mal...perdió a su destinado. Lo siento — se disculpo.

—No te preocupes, entiendo tus razones. Te perdonó — le sonreí y él igual. —Porque al final de todo, regresaste por mí...y por nuestro hijo.

Al mencionarlo, él abrió sus ojos grandes y miró hacia todos lados, al parecer lo estaba buscando.

—¿D-Dónde...dónde está?

—Se quedó en casa de mi madre, hoy es su cumpleaños y quiso quedarse con su abuela.

—¿Es niña o niño? — el brillo en sus ojos me dió a saber lo mucho que ansiaba este momento. Y yo, yo también lo deseaba, quería presentarle a Leo a su padre y que ambos tuvieran esa conexión instantánea. Porque ellos son padre e hijo.

—Porque no mejor lo adivinas tu mismo — le sonreí y él abrió la boca sorprendido, para después, asentir con rapidez y bastante alegría. —Vamos, entonces.

Me dí la vuelta, tomando mi bolso, me detuve a ver a NamJoon.

—¿Vienes con nosotros? — le pregunté, ya que miraba algo en su teléfono, parecía importante.

—No, vayan ustedes, SeokJin quiere un helado napolitano, iré a comprarlo — asentí.

—Nos vemos después Nam...y gracias — el me sonrió de lado y me hizo un ademán de que me fuera.

—Mereces ser feliz con tu Alfa y tú cachorro...eres una gran mujer y Omega — sonreí, sintiendo mis ojos aguados.

Sin darle más palabras al asunto, me dí la vuelta y tomé la mano de Jungkook, para salir del local. Afuera de dicha tienda, había un Mustang 67, de color negro. Solté un ligero silbido al verlo.

—¿Este auto es tuyo? — le pregunté.

—Claro que es mío, ¿De quién más podría ser?

—Pudiste haberlo rentado, no sé, tienes tendencias de presumir — le giñe el ojo y camine hasta la puerta del copiloto, entré y él también lo hizo a los pocos minutos.

Lo encendió y arrancó, manejando hacia la dirección que le dí.

—Te siento irreal — murmuré, él sonrió y me dió ligeras miradas de reojo.

—¿Porqué irreal? — preguntó.

—Pensé que jamás regresarías por mí — confesé. —Pensé que habías hecho una vida en Corea, y que ni yo, ni mi hijo habíamos cruzado por tu cabeza en un solo momento...me sentí herida, sola, triste, muy triste — limpie las lágrimas que corrían por mis mejillas y lo miré. —Pero ahora estás aquí... sonriéndome y a punto de que conozcas a la mini versión tuya — él sonrió.