Cap 11

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TN.

Me talle los ojos y me incorporé lentamente —. ¿Dónde estoy?

Mire a todas partes y reconocí que era una habitación de la casa Hidalgo, todo está perfectamente ordenado.

A maldición Artemis.

Mire mi cuerpo, usaba una camisa color blanco que me quedaba enorme, no llevo brasier.

Me levanté, el mármol frío contra mis pies descalzos me hizo estremecer.

Comencé a merodear por la habitación buscando el brasier, toque mi bolsillo tracero y note que no llevaba mi celular.

—Carajo. —maldije por lo bajo.

Una puerta se abrió y Artemis salió de ella, únicamente llevaba una toalla atada a la cintura.

—Buenos días. —me sonrió ladinamente.

—Buenos días.

Paso a mi lado, se acercó a su cajón y dejó caer la toalla como si yo no estuviera presente, aparte la mirada.

Después de unos segundos se paró frente a mí, se había puesto un pantalón gris.

—Am, ¿Y mi brasier?

Sonrió —. Lo tiré.

Siguió su camino hasta la cama y se detuvo a lado de esta —. ¿Que hiciste qué?

—Que lo tiré. —repite.

—¿Por qué?

—Porque sí.

Gruñi —. ¡Me encantaba ese brasier!

—A mi igual. —dijo restándole importancia.

—Eres un... Un... Un maldito.

Soltó una carcajada —. Esperaba algo mejor.

—¡No me interrumpas, solo estaba pensando en cuál de todos decirte primero! —me detuve un segundo —. Eres un maldito, pendejo, estúpido, idiota, cabron, hijo de tu madre.

—Estuvo mejor.

Suspiré y espere a que me calmara primero —. ¿Dónde está mi teléfono?

Lo saco de su bolsillo, estaba encendido, me quedé paralizada cuando note que estaba adentro de mi conversación con Dani.

Corrí hacía el e intenté quitárselo, pero alzo la mano y no pude alcanzarlo, brinque y ni aún así alcancé —. ¡Dame mi teléfono!

—Hablas mucho con Dani sobre mí. —dijo en un tono burlón y cuando vió que no paraba de intentar quitarle el teléfono me empujó a la cama.

Se dejó caer sobre mi y sujetó mis muñecas sobre mi cabeza —. Suéltame.

Paso su nariz por mi cuello y contuve la respiración.

—No. —separo mis piernas con su rodilla y se acomodó entre estás.

—Debo ir a casa.

—Tu hermano cree que estás desayunando en casa de Raquel. —beso mi clavícula y apreté los labios.

Se froto contra mi y mordí mi labio interior evitando que cualquier ruido saliera de mi boca.

Dió una estocada sobre mi ropa, logré safarme de su agarre y me aferré a sus hombros.

—Dejame subirme en tí. —le pedí.

Nos hizo rodar sobre la cama y quedé encima suyo, aproveche para salir corriendo.

—Adios.

Salí huyendo de la casa Hidalgo.

Secretos||•Artemis Hidalgo✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora