Secretos||•Artemis Hidalgo✔️

Cap 22

Toque el timbre en repetidas ocasiones, cuando note que nadie atendía incluso comencé a golpear la puerta con el puño.

La puerta se abrió, Apolo me miró con los ojos entrecerrados, parecía recién levantado.

Lo aparté y me introduje.

—Buenos días Apolo —imito mi voz —. Buenos días a ti también TN.

Me giré a verlo, no tenía tiempo para las formalidades —. ¿Dónde está tu hermano?

Se hizo el desentendido —. Mira, tengo dos...

—Sabes a cual busco.

—Si pero es que Ares...

—Artemis, Apolo, estoy buscando a Artemis.

—Es que no me lo has dicho antes, no soy adivino y además...

—¿Dónde está?

Suspiro —. Aquí.

—¡¿Aquí en dónde?!

—Pues que se yo... No me mantiene al tanto de en donde pasa el tiempo en la casa.

Suspiré frustrada.

—Bien, no me lo digas, yo misma lo busco.

Subí las escaleras dando grandes zancadas, abrí la puerta de la que recordaba era la habitación de Artemis, estaba perfectamente ordenada, ni siquiera parecía que hubiera pasado ahí la noche.

Suspire, revise las demás habitaciones y volví a bajar al no encontralo. Salí al patio, estaba sentado en una silla de plástico color blanco, leía un periódico tranquilamente mientras bebía una taza de café. Solo usa un short playero, su cabello esta humedo y su cuerpo gotea, acaba de salir de la alberca.

Asomo la cabeza por encima del periódico y me miró por arriba de sus lentes. Me ignoro.

Me acerque lentamente, casi me tropece con una silla.

Me detuve frente a él —. ¿Dónde están mis rosas?

Me miró y le dió un trago a su café —. El camión se las llevo...

Lo abofetee, tome su periódico el cual se rompió cuando intento evitar que lo tomara, lo avente a un lado junto con su taza —. ¡Eres un imbécil! —comence a golpearlo con mis manos, las sujetó y se levantó de golpe. Se había enojado ¿Pero a quien demonios le importa?

—¿¡Tanto te importaba el que te las dió!? —pregunto molesto.

—¡Por supuesto! —me safe.

Me sujetó del cuello de la camiseta y me acerco hasta que quede a milímetros de su rostro, tuve que pararme de puntitas para no quedar volando.

—¡Por eso las tiré! —estaba tan rojo, que incluso me daba un poco de risa.

Y si, efectivamente me reí —. No puede ser, ¿Estás celoso?

No respondió, sujete sus manos y lo hice soltarme —. Felicidades Artemis, estás celoso de unos niños sin hogar, que me ven como una figura materna. —aplaudi —. Es ridículo sabes, ¿Sabes cuánto cuesta un ramo de rosas? ¿Has tenido que preguntar cuánto cuesta uno? ¿O solo pagas sin importar el precio? ¿O tan siquiera has regalado un ramo de rosas alguna vez? ¿No? Bueno déjame decirte que son muy caros y viniendo de ellos es aún más valioso, que alguien que tenga poco gaste algo en ti es más maravilloso que alguien que lo tiene todo. Eres un completo imbécil.

Lo sujete de la playera y me acerque a sus labios hasta que se rozaron —. Si vuelvo a verte te daré una patada, aléjate de mí, no te quiero cerca, eres una bestia.

Lo empuje y callo al agua.