Sólo Somos Amigos 😈 || «Malec»

Se coló . 🤭

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Un día hermoso, solo para mí.

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Hacia insistió tanto que tuve que aceptar que era la bola de grasa que follaba en el colegio. Desde ese día no me dejaba en paz.

Ya nos encontrábamos en California, ahora conocía un poco más de su fabulosa vida. Está casado con una vieja que odio, tiene un niño de ocho años, el cual su esposa no quería tener y por lo visto él no le da el tiempo suficiente e incluso se vino sin importarle mucho dejar a su bebé. Comparte la empresa con su padre.

Por mí lado no soy de muchas explicaciones... La verdad no tengo mucho que contar. Ya han pasado algunos incidentes entre nosotros, pero yo detengo todo a tiempo.

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Era una noche fría de noviembre, me encontraba en el jardín del hotel quería descansar un poco, el día había sido pesado, para mí en cuanto al trabajo. Unas manos en mis caderas hizo tensar mi cuerpo, ese olor a sándalo me nublo la mente. Sus labios en mi cuello, me hacían gemir como nuestra primera vez.

-Te extrañe -dijo contra mi oído.

-Magnus quédate conmigo... -se separó de golpe.

-Lo siento Alec, yo amo a mi esposa... Mi familia es muy importante...

-Buenas noches -me di la vuelta.

-Quédate está noche...

-Mi culo es muy importante para dárselo a un hombre casado.

Y con eso me fui a mi habitación. Por algunos días no nos tratamos. Él buscaba la manera de verme, pero yo lo ignoraba. Esa decisión era la mejor, ese hombre me gustaba mucho y no podía caer en el mismo error.

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Una noche, estaba en mi habitación, cuando tocaron la puerta, abrí, Magnus estaba ahí. Lo deje pasar porque se trataba de trabajo. Una de las inversiones había salido mal. Terminamos como a eso de las tres de la madrugada. Yo tenía los hombros tenso. Quería una ducha y dormir, solo eso necesitaba. Al ver mi incomodidad Magnus comenzó hacerme un masaje en el cuello. De la nada, sentí una corriente por toda mi espalda de verdad estaba cansado.

Al abrir los ojos, él estaba encima de mí, ya mis pantalones no estaban... Maldición, no sé, cómo hace para que yo pierda el sentido del tiempo entre sus brazos. Algo grueso entro en mí me hizo chillar y luego delirar. Embestía con ganas, sus ojos estaban puesto con los míos.

-Magnus, te amo -lo dije entre gemido.

-Alec, entiende amo a mi esposa.

Esa frase me molestó, todavía estaba dentro de mí y me decía tal estupidez. No me queje, lo coloque contra el colchón, lo preparé sin preguntar, aunque al principio él se negó, no pudo aguantarse a sentir placer. Me metí en él y comencé a embestir, sus gemidos eran divinos. Los quería todas las noches, cada día, no solo en mi cama, sino en mi vida. Perdí todo, me entregué tanto que olvide que era él quien tenía el preservativo y lo llené de mí.

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Nuestros encuentros eran casuales, aunque él seguía colocando de por medio a su familia, yo siempre cediendo a su solicitud. Una tarde salimos de la oficina con dirección al hotel. El calor estaba un poco fuerte ese día, solo sentí cuando se aferró a mi mano. Un fuerte mareo lo había atacado. Cayó entre mis brazos, lo lleve a mi vehículo y de una vez al hospital. Esperamos un rato los exámenes, creímos que era anemia. Eso creímos los dos.

-Señor Bane, felicitaciones, usted tiene dos meses de embarazo -dijo el doctor con una gran sonrisa.

Iba a tener un hijo. Un bebé de Magnus y mío, mi emoción era grande que no lo podía explicar... Eso me duró hasta que vi el rostro de Magnus. Entendí que no era lo que él quería.

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Publicado el 30 de junio de 2021