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- Es una hija de puta – Saray se movía de un lado a otro de las gradas mientras los ojos de Olivia la seguían con tranquilidad – Una hija de puta que disfruta jodiéndole la vida a los demás – se detuvo unos segundos antes de sentarse justo al lado...

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- Es una hija de puta – Saray se movía de un lado a otro de las gradas mientras los ojos de Olivia la seguían con tranquilidad – Una hija de puta que disfruta jodiéndole la vida a los demás – se detuvo unos segundos antes de sentarse justo al lado de la morena, que le sonrió en un intento por reconfortarla – La odio.

- No la odias – replicó su amiga con una sonrisa – Simplemente estás enfadada, y tienes toda la razón para estarlo – apoyó una mano sobre la pierna de la gitana para así captar su atención – Pero aunque las formas no han sido las adecuadas, tanto tú como yo sabemos que lo ha hecho por tu bien. Casarte para satisfacer a tu familia es algo que no deberías hacer.

- Tú no lo entiendes – negó repetidas veces antes de mirarla – Si no lo hago mi familia será expulsada del poblado, ¿qué harán entonces? – la desesperación era más que notable en su tono – No puedo permitir que lo hagan, y menos por mi culpa. Me casaré, si es lo que desean. Eso es lo que haré – asintió, decidida.

- Será la peor decisión que puedas tomar – susurró Olivia, a sabiendas de que no la haría cambiar de opinión por mucho que argumentara.

- Pero es lo que tengo que hacer.

- Lo sé... - sonrió – Espero que me nombres dama de honor, en ese caso.

- ¿A quién si no? – la gitana sonrió antes de abrazarla.

El inicio de su amistad había sido más que tormentoso, pero ahora se habían convertido en uña y carne. Saray había encontrado en ella alguien a quien acudir cuando la mora estaba demasiado metida en sus intentos por salir de la prisión, o cuando enloquecía de rabia por las acciones de Macarena. Le gustaba la calma de Olivia, y disfrutaba de su tranquilidad, tenía la sensación de que a su lado nada malo podría pasar.

Pasaron un par de días hasta que la boda de Saray tuvo lugar. En ese momento Olivia la observaba desde la entrada de la celda mientras Antonia, Rizos y Sole terminaban de arreglarla. Cuando los ojos de la gitana se juntaron con los suyos, ambas sonrieron con tristeza.

La morena, pese a que era consciente de que la respuesta siempre sería una negativa, no dejó de insistirle para que se echara atrás en su decisión de casarse. Pero ahí estaba la gitana, dispuesta a unir su vida a alguien que no deseaba. Y que nunca desearía.

Un simple error [Zulema Zahir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora