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Martina

Casi, pero casi, casi, se me junta todo el ganado.

Va, candela no es ganado.

- Hola amorr. - hablando de roma.

- Cande... - digo abrazandola.

- Perdón por lo avisarte que venia... Te extrañaba.

- No pasa nada. - ella se aleja un poco de mi y deja un beso en mis labios.

Candela entra a mi casa como si fuera la suya, se sacó la campera, dejó sus cosas sobre el sillon y fue a la cocina.
Siempre hacía lo mismo, era como un patrón.

El que ella esté en esta casa, me hacia recordar tantas cosas.

Como por ejemplo, la primer noche que pasamos acá...

Flashback tres años antes.

- ¡Basta! - grita Mónica de la pieza.

- Estoy harta mamá, harta. - Candela vuelve a entrar a el cuatro y empieza a juntar sus cosas en un bolso mientras yo miro todo sin entender.

Cuando terminó de juntar sus cosas, agarro mi mano y bajamos las escaleras rápido, tan rápido que casi me tropiezo.

- No se para que me caliento, sos un caso perdido emilia. - exclama su mamá nuevamente.

- ¡Ya te dije que no me llames así! - gritó mi amiga haciendo que me paralice. - Espero que algún dia te des cuenta de lo poca madre que fuiste. - le dio la última mirada y cerró la puerta de un portazo.

Al instante sentí un frío aterrador envolvernos. Era de noche, muy de noche.

- ¿Donde me voy a quedar ahora?. - preguntá candela llorando, me partía en mil verla así.

Las dos teníamos catorce años, estábamos solas (de noche) en pleno Avellaneda.
Recordé que a pocas cuadras había una parada de colectivo, así que nos levantamos de la vereda y caminamos con el bolso hasta la parada.

Por suerte en pocos minutos el bondi llegó, pero ninguna de las dos tenía un peso para pagar el viaje.
Cuando el conductor vio a Candela, nos dejó pasar sin preguntar nada, yo solamente le agradecí y fui a sentarme.

Mi mamá estaba de viaje, mi papá... no sé sabe, y candela estaba conmigo, pero las dos estábamos igual de perdidas.

Después de unos minutos, el colectivo frenó en una calle que reconoció al instante, no estábamos tan lejos de mi casa.
Agarre la mano de candela y bajamos del colectivo, cruzamos la calle y después de caminar las seis cuadras que separaban esa parada, de mi casa, llegamos.

- Por ahora, te quedas acá. - respondí su preguntar anterior. Ella sonrió y me abrazó fuerte.

- Te amo, gracias por estar siempre que te necesito, en serio. - ¿Por qué estaba sintiendo esto?. - Te prometo que no te voy a molestar mucho tiempo.

- No me molestas, vos sabes que siempre estoy sola, no me hace mal tener compañía. - sonrió y se separó un poco de mi mirándome a los ojos. - Aparte, mi casa siempre va a su tu casa.

Fin del flashback.

Ese día fue nuestro primer beso. Nunca había besado a una mujer, ella fue la primera, como siempre.

- ¿Marti?. - me nombra candela haciendo que la mire. - ¿Estas bien?. - asiento.

No sé en qué momento me volví tan cortante con ella.
Capaz recién me está cayendo la ficha de todo lo que paso.

Confusa | MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora