Lourdes
— Sos una cagona. — me dice Martina con voz de dormida.
— Me da miedo, ¿Que querés que le haga?. — le dije pegándole un codazo.
Se levantó de la cama y salió de la habitación. Yo seguí sus pasos mientras trataba de hacer el menor ruido posible cosa que Martina no hacía. Un poco más y tiraba todos los muebles.
— Toma. — dijo pasándome el vaso con agua.
Lo agarré y me senté en la mesada al igual que hoy.
La mire fijo, tenía los ojos achinados y los pelos parados. No entiendo como puede dar tanta ternura estando así.— ¿Tengo algo?. — dice acomodándose el pelo.
— No.. — le respondo riéndome.
— ¿Estoy fea?.
— Ay, Martina. — le dije bajandome de donde estaba sentada.
— ¿Que dije?, te estoy preguntando bien.
— Estas hermosa, Mar. — me acerqué a ella y corrí un mechón de pelo que caía por su rostro.
— ¿Con todos los pelos parados y los ojos chiquitos?. — me preguntó y asenti.
— Sos linda siempre. — le dije dándole un pico.
— Como vos. — me dio un beso para después llevar el agua a la pieza e irnos a dormir.
Me sentía bien, demasiado.
Estaba con ella y eso me hacía sentir mejor.