Capítulo 4: Entre el misterio y el miedo

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Si las heridas lastiman la carne,
las palabras hieren el alma,
si las puñaladas dejan cicatrices,
las voces dejan muchas lágrimas,
si el llanto rompe la calma
del cielo, la lluvia es el llanto de Dios,
si la verdad sana con lágrimas,
¿por qué buscamos las mentiras?,
¿acaso la sangre que dejan nos hace feroces?,
¿de qué me sirve la desdicha sino es para llenar el mundo de virtudes?,
es entonces el dolor lo que le enseña
al corazón a sentir el amor,
o es la niña
del amor la que muere ahogada en dolor.

Sentí pánico cuando una mano acarició mi cabello, estuve a punto de gritar, pero mi voz no salió.

- Tranquila, soy yo... - dijo con tono ameno el ojiverde

- ¿¡Está usted bien!?, ¿¡qué pasó!?, ¿¡qué hacían esos tipos...!? - empecé a decir frenética

- Relájate... lo importante es que me deshice de esos idiotas... - dijo con seriedad

- No entiendo, ¿qué pasó?... - insistí

- ¡Ha!, dime, y necesito que me digas la verdad ¿qué tanto escuchaste?, se que no pudiste venir tan rápido al cuarto, es obvio... - dijo frío

No sabía que tanto decir, pero seguramente sería peligroso no hablar.

- Algo de unas fórmulas farmacéuticas, también del pentágono, pero no sé de qué hablan... - dije nerviosa

- Es más de lo que hubiera querido que escucharás, no puedo darte muchas explicaciones porque sería involucrarte más... no te conviene que te relaciones conmigo... - dijo pensativo el hombre

- Pero si sólo venía a estudiar y tomar un poco de chocolate... - dije deprimida

El caballero suspiro profundamente, me miró de una forma muy peculiar.

- Le llamé a tu madre, le dije que intentaron asaltar el café... - desvío el tema

- ¡Mi madre va estar muy preocupada!, ¿qué hora es?, ¡debo volver a casa!... - dije alterada

- Cálmate y deja que terminé, le dije que solo eran daños materiales, que tú y yo estábamos bien... pero debido al insidente te vas a quedar hasta mañana... - me dijo

- Esta bien, pero ¿usted no le ocurrió nada? - pregunté un poco más amena

- Me gustaría decir que ladran más de lo que muerden... pero no está tan mal... - dijo sin mirarme

Entonces se levantó de la orilla de la cama, se giro y se disponía a retirarse.

- Duerme en mi cama... yo iré a dormir al sofá de abajo... - dijo dándome la espalda

Me levanté rápidamente.

- ¿No tiene otra cama en esta enorme casa? - dije sintiéndome culpable

- No, ¿para qué la tendría si vivo sólo?... - dijo con cierto sarcasmo

Entonces lo noté, su ropa estaba manchada con sangre, así como algunos trozos faltantes.

- Usted necesita descansar, incluso en esta oscuridad puedo ver que no ha salido ileso... - le dije firmé

- Tck, y ¿eso que importancia tiene mujer?... - dijo sin mirarme

Prendí la pequeña lámpara antigua del buro, entonces se volvió mas obvio que tenía varios golpes.

- Si lo preguntás, la sangre no es mía, solo son unos moretones... - dijo sin tacto

Supuse que tenía un baño, así que mire detenidamente, encontré en el fondo de la habitación una puerta, probablemente la que buscaba, fui hacia allá, él solo me miró por el rabillo del ojo, era tan brillante, reluciente, perfectamente limpio, blanco con sutiles decoraciones entre gris y azul, como las piedras de un río cristalino, un gran espejo con luz, de forma oval, con hermosos grabados de flores en el marco, en uno de los compartimento del mueble sobre la caja de agua del escusado estaba un botiquín, prácticamente nuevo, bastante completo, incluso analgésicos, tomé alcohol, gasas, cinta, algodón y tiomersal, me sorprendió un poco que no se hubiera ido ya, fui hasta dónde el estaba su rostro también estaba mancillado, supongo que él tenía curiosidad de lo que yo haría.

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