Memorias 4: Merlín y la ruptura de la realidad

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Después de unos años me fui a navegar, cruce la India, África, me uní a unos exploradores, luego de 300 años de haberlo conocido me reencontré por casualidad a mi maestro: Merlín.

Habían empezado las cruzadas, allí me enlistaron para recuperar "Tierra Santa", así que escapando de ese asunto me embarque a Inglaterra, todo un caos se vivía en es sitio también. Gran Bretaña era principalmente un país lleno de campos y sembradíos, con pocas ciudades, unos pocos castillos, entonces llegué al palacio donde un día George sería el rey, arribe ahí como un simple caballero. Al acompañar a un noble lo vi con una hermosa mujer de largo cabello rojo como la sangre, ojos azules como el profundo mar cuando recibe el nacimiento del amanecer, piel blanca cual la leche, ella cargaba una larga y brillante espada. Junto a esta bella dama estaba mi siempre fiel maestro y amigo.

- ¡Merlín!... - dije en voz alta tirando el equipo de escudero

- ¡Mi pequeño desafortunado!, ¿cómo haz crecido Merlak? Unos siglos sin vernos... - dijo el alegré rubio

Poco me importó lo que pensarán de mí, fui y abracé a mi querido maestro, por alguna razón me dio mucho gusto verlo, me trajo a la mente buenos recuerdos de mi infancia y mi madre en el campo de flores.

- ¿Señor Merlín? - preguntó la doncella

Se le veía muy sería, quizá tanto como lo soy yo al día de hoy, en ese entonces no lidiaba con mis emociones con la misma eficiencia que ahora.

- ¡Ho!, perdón por todo esto. Los presento: Ella es de Pendragón, Arturo de Pendragón. Él es mi aprendiz, Merlak... - dijo el amable mago

- Encantada... - dijo algo tímida la mujer

- Anda Arturo... muéstrales la espada legendaria... - dijo el rubio

- Es de la que me hablaste alguna vez... - dije curioso

- Así es. Es la legendaria Escalibur... - comentó el hechicero

- Entonces es el tesoro de la dama del agua... - continúe

- ¿Tú también la conoces? - preguntó la mujer

- Así es, Merlín fue quién me habló de muchas de esas historias... - dije

- ¿¡Eso significa que está niña es el nuevo rey!? - preguntó sobre saltado un canciller

- ¿¡Eso no puede ser!? - dijo el noble al que servía

- Si no lo creen pueden simplemente tomar la espada y confirmarlo ustedes mismos... - dije algo irritado

Los arrogantes nobles y caballeros se acercaron hasta la dama quien nerviosa les extendió la cuchilla. Pero apenas la sujetaron el peso los hizo caer de rodillas al suelo, no podían levantar la hoja de acero.

- ¡He ahí su prueba! - dije exasperado

- Tranquilo mi pequeño desafortunado... no hay mayor ciego que él que no quiere ver... - dijo Merlín con su sonrisa

- En eso no hay duda... - dije

Sin miedo a usar mi magia sabiendo que estaba ahí mi magia. Yo tampoco era digno de esa arma así que usando un poco de magia de gravedad la levanté aquel objeto y la puse en manos de la pelirroja.

- Anunciaremos la ceremonia... de coronación... - dijeron los caballeros

- No digan que es una mujer. Ha sido pedido de su majestad, que le se presente únicamente como Arturo... - dijo Merlín

- De acuerdo, Arturo de Pendragón... - dijo el ministro

Desde ese momento renuncié a mi puesto como caballero del noble para servir a la pelirroja. No era por Arturo en sí, sino por ayudar a Merlín. Unos días después fue coronada como rey de toda Inglaterra. Merlín fue nombrado primer ministro de la Corte. Sinceramente he olvidado a los miembros de la mesa redonda excepto por Lancelot. Yo no era miembro de este grupo de hombres que aconsejaban a la mujer, solo era caballero de primera clase al servicio del ministro. Era obvio que debido a la forma en que se oculto el sexo de Arturo causaría problemas tarde o temprano.

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