Lleno de heridas que no cerraban por completo por culpa del agua, aturdido, caminé siguiendo la corriente en sentido opuesto, buscando mi castillo, tenía que averiguar que había pasado, pero lo que encontré luego de días fue espantoso. El palacio estaba quemado, su gloria había desaparecido, solo ruinas; al entrar estaba saqueado, gran parte de los ornamentos no estaban.
Me dirigí a mi habitación, curiosamente estaba prácticamente intacta, mire largas horas los objetos vacíos, como simples ecos de lo que fue pero nunca más será, usando magia los transforme en tatuajes sobre mi piel, así podría llevarlos a donde quisiera sin que me estorbaran. Más que magia es alquimia, cambiar la materia a otra forma, eso también me lo enseñó Merlín. Aún deprimido, caminé por el castillo, solo para encontrar los cuerpos de mis sirvientes, muchos irreconocibles por las quemaduras, la mayor pena fue hayar a la princesa; su cuerpo comenzó a descomponerse, me dio rabia, ver lo indiferente que el ser humano puede ser, ese día aprendí lo cruel que pude ser el hombre hacia sus semejantes.
Nadie volvería a ese lugar por un tiempo, con un gran dolor pero tranquilo en cierto punto, cabe tumbas en lo que alguna vez fue la entrada del castillo, uno a uno arrastré los cuerpos hasta las fosas, con magia hice lápidas, de las rocas del castillo, a todas puse nombre y año, en cada una sembré flores, en especial a la princesa. Un par de lágrimas cayeron por mi rostro, quizá no la amaba como se merecía, pero nunca deseé que muriera de esa forma. Merlín me había hablado de los fantasmas, de espíritus y muchas de esas cosas, lo que menos deseaba era que ellos siendo tan buenos conmigo se convirtieran en eso, pensé un rato antes de que se me ocurriera una forma de calmarlos.
Con magia reconstrui el castillo por un momento era exactamente igual hasta antes del incidente, cree ilusiones de todo tal y como lo recordaba, no esperaba que un fantasma se apareciera, sólo quería decirles que podían estar en paz, use velas y hierbas para la meditación, di un soliloquio, aún no se si fue real, pero por un instante todos estaban ahí, me dio tristeza, melancolía, aún así sonreí, célebre con esos "fantasmas". No lloré, no podía, ellos no se tenían que aferrar a mi y a ese lúgubre castillo, si me despedía quizá seguirían su camino. Luego de esa noche jamás los volví a ver, con el tiempo olvidé sus nombres, sin embargo aún hay rastros de su existencia en mis memorias, les agradecí y me fui de ese lugar para no volver.
Me corte el cabello, apenas debajo de la oreja, estoy seguro de que pensaste en que buscaría venganza, pero no, aunque mi personalidad actualmente parezca que soy rencoroso, en realidad, prefiero seguir adelante, olvidar el pasado, vivir el presente; no sentía más ira, más bien decepción, así que caminé por días sin rumbo, no tenía deseos de involucrarme con las personas, no sé cuánto tiempo pase vagando, tal vez meses, hasta que encontre un solitario pueblo, era tranquilo, estaba en un lugar desértico, cerca de un oasis, eran gente humilde, sencilla.
No pensé en quedarme, solo quería beber algo de agua pero una amable chica se acercó a mí, no se que tan mal me veía para que me ofreciera comida, una frazada y un lugar donde dormir, aún la recuerdo, era hermosa, largo cabello castaño, con ojos miel, con piel color arena. Olvidé su nombre hace tiempo, pero aún se cual fue el nombre con el que me presenté: Kaleb. La mujer era artesana del vidrio, vivía de hacer lámparas de vidrio con pequeños espejuelos, me convirtió en su aprendiz.
Yo por Merlín ya sabía sobre la propiedades químicas del vidrio, yo vivía en el taller, pero dejé que me enseñará, unos meses después se casó con un hombre grande, fornido, de piel morena, con cabello rizado y negro, después de lo que había vivido no me importaban ese tipo de cosas. Al paso de los meses fui notando que aquella mujer perdía su vitalidad, se veía más apagada cada día, primero hablaba mucho de tener niños, una gran familia, después solo se limitaba al trabajo.
No le presté atención hasta que una mañana llegó con un golpe en el rostro, para mí aquello es imperdonable, quizá hoy en día crea en la igualdad de condiciones para un hombre y una mujer, pero es porque tuve la oportunidad de ver la fuerza de una mujer de verdad. Eso no significa que un hombre deba usar su fuerza contra ella, terminé involucrado al descubrir lo evidente, su marido la maltrataba, está vez no fui indiferente, defendí a esa mujer, peleé por ella, deje que huyera, yo solo tomé mis cosas y desaparecí en la oscuridad de la noche. Más tarde me enteré en otro pueblo mercante de especias que la chica había sido asesinada por el delito de perjurio. ¡De nada me había servido salvarla!, ¡su maldito esposo la había matado!
Furioso me fui de allí, viaje por muchos lugares, realicé muchos oficios, fui guardia para caravanas mercantes, comerciante de té para las colonias británicas, cultivando canela, la lista es muy larga. He olvidado mucho de esos cortos momentos de mi vida, así como los nombres que utilizaba, estaba demasiado triste, pensaba solamente en el lo inútil que resultaba tratar de ayudar a las personas, no me interesaba algo en particular. Gracias a mi poca conexión con la gente ese dolor y tristeza se fue disipando lentamente, con los años me di cuenta de que era verdad, no había envejecido un solo día.
No se cuantos años pasaron pero en mi reflejo siempre lucía igual que aquel día cuando caí al río, aún traía al cuello mis dos collares, mi vida estaba tan vacía, no tenía familia, no tenía un hogar, no tenía amigos, no tenía más que mis recuerdos. De alguna forma pensé que la soledad sería menos dolorosa, pero no fue así, estaba tranquilo, porque el olvido hacía más fácil lidiar con mis preocupaciones, pero sentía un hueco en mi corazón, lo único que me ayudaba a sobre ponerme era mirar el sol cada amanecer y cada atardecer.
Recordé las palabras de Merlín, realmente el sol llenaba mi vida de luz y calor, esa vida sin sentido me iba a enloquecer sino podía encontrar una forma de acercarme al sol, podía pasar mi vida esperando a mi amada estrella solo con tener al sol. Así que viaje aún más lejos, a la tierra que llaman del "Sol naciente". No tenía dudas de que en ese lugar tan rico en cultura, en gente, en historia, en arquitectura, podía seguir buscando los siguientes siglos a mi querida estrella.
Me enamore de su literatura, por lo que pasé mucho tiempo como escritor, me encantó el teatro, por lo que me convertí en actor del teatro kabuki. Siendo actor podía interpretar diversos papeles, reflejar lo que había vivido sin ser juzgado, al contrario, las personas disfrutaban de mi trabajo. Gracias a esos años en el teatro conocí a productores de seda, así que dejé la actuación para dedicarme a la confección de kimono, me maravillo el bordado; luego de años me hice de una buena reputación, eso me llevó a una casa de geisha, allí conocí a varias maiko, incluso me pidieron sustituir a una en un evento muy importante, aún conservo ese brillante kimono.
Use varios nombres durante mi estadía en Japón, como actor fui Byako, cuando fui tejedor de seda me llamaron Byakuya, en esa ocasión que fui como geisha, para tocar música me sentí en paz, fui feliz, conocí mucha gente, después de largos años me mudé al mar, me convertí en pescador por un motivo. Ver el amanecer desde el mar es lo más maravilloso que he podido experimentar, observar como nace el sol en el borde del mar, eso hizo que pudiera lidiar con el hueco en mi alma por un tiempo.
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Silencios
FanfictionUlquiorra Ciffer, ¿quién es?, nadie sabe su verdadero nombre, hace cosas extrañas, tiene muchos secretos, habla con personas aún más misteriosas, ¿de dónde ha salido?, no existe, pero ¿cómo tiene tantas cosas?, dinero, propiedades, ¿por qué le inter...