Capítulo 6: Desencadena

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Es el amor lo que llevó luz a la oscuridad,
es la verdad implacable sobre la mentira,
es la belleza de la virtud encima de la fea cobardía,
es lo que da vida al alma, lo que regocija el corazón,
el amor es esa franca y dulce motivación,
es el amor el que da fuerza cada día,
es su pureza la que da anhelo al sueño e ilusión
al pensamiento, es el amor lo que cura la ira,
es el amor lo que hace florecer el alma, da alegría
a las lágrimas, que crea los colores en el arcoiris,
es la verdad de la belleza del alma cuando ríes.

Al despertar me encontré con el ojiverde dormido a un lado sobre la cama, en ese momento solo lo miré sonrojada, sonreí, aún había muchas cosas que desconocía pero no me importaba en ese instante, traté de acariciar su rostro pero despertó, me quedé inmóvil, completamente nerviosa, se levantó, se estiró un poco, estaba prácticamente vestido, solo sus pies permanecían descalzos.

- Ve a tomar un baño, te traeré un poco de café y unos bocadillos... - dijo con un profundo suspiro

- No prefiere que bajé a la cocina... - dije algo incrédula

- Apenas puedes estar de pie, ¿cómo esperas lograr esa hazaña mujer? - dijo con sarcasmo

- De acuerdo, pero no pienso andar desnuda por ahí... - comenté apenada

- No te preocupes, toma un poco de mi ropa.. - dijo con cinismo

- ¿¡De verdad esperás que me ponga tu ropa!? - dije molesta

- Métete a bañar, cuando salgas en la cama ya estará ropa de dama esperándote... mientras yo voy por lo demás... - dijo más sereno

- No se de donde vas a sacar ropa de mujer, pero al menos espero que esté limpia... y no sea mentira... - dije algo nerviosa

- Deja de quejarte... - dijo algo irritado

Entonces algo dolorida camine hasta el baño, él se dio media vuelta y salió del cuarto, entonces note algo peculiar, ¡soy una chica!, todo en ese lugar es para hombre, ¡el jabón, el shampoo, incluso las toallas!, todo tenía un aroma masculino, ¡maldición!, supongo que no podía ser peor, aunque era refrescante el agua era una tortura el pasar por los golpes el jabón, cuando terminé de ducharme, me envolvi con una toalla, regresé a la habitación, para toparme con ropa en la cama, era lencería, ¡demasiado sensual!, era un suave encaje rojo carmín con gran parte de transparencia, ¿¡cómo se supone qué regresé a casa con semejante ropa!?, la bata seguía sobre la cama, pero también pude ver mi uniforme completamente intacto, estaba segura de que el infame Ulquiorra lo había roto, con algo de prisa me vestí la ropa interior, entonces tocaron a la puerta.

- ¡Espera aún no terminó de vestirme, Ulquiorra! - dije avergonzada, solo tenía la lencería

Sin embargo a ese extraño hombre no le importó, igual se metió con una mesa desayunador llena de manjares.

- No te molestes demasiado en eso, ya te pude ver y muy de cerca... - dijo frío el ojiverde

- ¡Eres un pervertido! - dije sonrojada

- Ya te dije que no pienso en sexo, solo que al curarte tuve que verte y tocarte, además eres una mujer hermosa, eso no es perversión, tú eres la única que piensa eso... - dijo serio

Me ruborizo, no pude debatir su comentario, así que solo me quedé sentada en la cama con la cabeza agachada.

- Déjate de tonterías y come por favor para llevarte a casa... - me pidió

- Esta bien... - dije un poco menos avergonzada

Por lo que habíamos pasado pensé que él se me iba a insinuar, pero no fue así, continuó siendo educado, frío y serio, esa era su personalidad, lo que sí puedo decir es que desde instante cambió un poco el comportamiento de Ulquiorra, parecía estar menos tenso, más relajado, ya no faltaba tanto a clases, siempre caminaba uno o dos pasos detrás de mí, en la hora del almuerzo me invitaba a comer, no hablaba mucho, nunca contestaba preguntas de su familia, ni decía una palabra sobre lo que hacía.

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