Capítulo 8: El corazón de la Luna

29 3 0
                                    

En mi anhelo desesperado por alcanzarte he llorando mil noches,
he perdido la mitad de mi alma por tratar de abrazarte,
me he quedado sin corazón por dártelo y poder consolarte,
si no es suficiente soy capaz de arrancarme estas pieles
solo por hacerte feliz un solo día, por poder amarte
soy capaz de renunciar a mi alegría, de perder mis recuerdos,
de no volver a tener una sola noche dulces y fugaces sueños,
por ti mi amor soy capaz de sufrir el dolor de mil años,
déjame Dios por solo una vez abrazar a mi amor,
no importa el dolor que tenga que cargar, solo quiero su calor.

Todo alrededor parecía inerte, algunas cosas se movían muy lentamente, quizás el tiempo iba a una velocidad diferente, me parecía imposible lo que veía, un sueño irreal, solo la cafetería parecía normal, no lucía ese extraño color gris que el resto de las cosas tenía, dejó la moto en la entrada, amable me abrió, entramos, me tomó de la muñeca y me llevó hasta su habitación, me dejó sentada en su cama, él fue hasta el baño, dejó la puerta abierta, se quitó la camisa, agarró una larga navaja de afeitar, comenzó a cortar su cabello.

- ¡No lo dejé demasiado corto!, ¡me gusta como luce así!... - me mordí la lengua, me había delatado

- Tendrás que conformarte con el largo que tenía... - dijo con una suave sonrisa

- Esta bien... pero ahora puedes explicarme ¿qué está pasando? - dije aún nerviosa

- Como dije, ya no pretendo esconderme, pero tampoco es fácil de explicar lo que soy o quien soy... en realidad ni yo me creería si no lo hubiera vivido... - dijo mientras sacudía su ahora blanco cabello

- Sigo sin entender... - dije

- Quizá ni siquiera lo entiendas cuando te lo diga... me tomaré un baño... puedes preguntar lo que quieras... desde donde estás o venir conmigo... - dijo cínicamente

- No lo voy a hacer, puedo preguntar desde el marco de la puerta... - dije algo indignada

Sonó una leve risa, me levanté y me acerque al baño, me quedé afuera recargada en la pared, miraba mis zapatos, jugaba nerviosa con mis pies, respiré hondo, tenía demasiadas preguntas, traté de concentrarme, entonces comencé.

- ¿Quién eres? - dije

- Es una pregunta muy ambigua, para alguien como yo... - contestó

- ¿Cuál es tu nombre? - insistí

- Sigue siendo ambigua... he tenido muchos nombres... - recalcó

- ¿Por qué Ulquiorra Ciffer? - dije

- Ese nombre es uno de los últimos que use durante la guerra fría, fui un espía inglés después de la caída de la Unión Soviética... ese era mi nombre... lo recuerdo con cierto aprecio, por eso es el nombre que le di a la cafetería... - comentó

- ¡No es posible!, ¿¡eso fue en los años 50's!?, ¡eso significa que debes de tener más de 50 años! - dije algo asustada y abrumada

- Sí... - dijo frío

- ¿¡Cómo luces tan joven!?, ¡es imposible! - dije un poco más aterrada

- Te dije que no iba a ser sencillo que me creyeras... - dijo

Entonces se asomó al marcó, al verlo me dio miedo, así que caminé hacia atrás, cayendo en la cama, pase saliva.

- ¿¡Qué diablos eres!? - dije sollozando

- Depende de cómo lo entiendas, mmm, déjame pensar, si lo pienso detenidamente tengo un par de conceptos... básicamente soy humano, pero no uno convencional, uno de los términos sería viajero del tiempo... mago... alquimista... incluso espíritu... - dijo con un suspiro

SilenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora