Memorias 1: El niño y el mago

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Mi primer recuerdo es en un campo de flores de muchos colores, fue hace mucho tiempo, pero aún puedo ver en mi mente la imagen de ese lugar, era una forma de vida simple, era muy apacible, solo mi madre y yo vivíamos en ese hermoso sitio, en una cabaña, ya no puedo decir como era, solo se que tenía techo, dos ventanas y una puerta.

Desgraciadamente he olvidado los detalles, incluso el nombre de mi preciosa madre se ha ido perdiendo en mi cabeza, lo que sí recuerdo es que ella era una concubina que había huido del palacio dónde mi padre era el rey, nunca lo conocí, yo era un príncipe, el 16vo hijo del rey, el más pequeño, debido a esto yo no tenía posibilidad de ser un rey, por eso mi madre me llevó a ese lugar, allí se cultivaban las flores del palacio, tenía unos 5 años; mientras descansaba en el campo regando las flores llegó un extraño, el caballero era un hombre con una vestimenta extraña, lo miré de pies a cabeza, botas con punta curva, altas hasta la rodilla con una apariencia de forma de hoja, color verde oscuro, entre tonos marrón, como muesgo, pero un tanto brillante, un traje de una pieza que consistía de un short hasta la mitad de la pierna, y una camisa de cuello en V con manga de largas y cortos guantes blancos cortos con una orilla en forma de flores, traía consigo un cinturón que parecía hecho de hierbas, hiedra, con diminutas flores, blancas, rosas y amarillas, en este tenía varias ampolletas redondas, con tapones de corcho, también tenía collares hechos con enredaderas, con flores, más frascos, tubos de ensayo, un sombrero típico de bruja, parecido a sus botas, también adornadas con más flores, con un bastón de madera casi de su altura, con una piel apenas apiñonada, de ojos azul zafiro, una melena de un suave dorado como sol, con una tez ovalada, de nariz afinada, labios delgados, una sonrisa resplandeciente.

- Pequeño, ¿me regalas un poco de agua? - ese extraño hombre me pidió un poco de agua, yo inocente tome el cuenco y se lo ofrecí al hombre

- Tomé señor... - dije amablemente

Él sujeto de mis manos la bandeja y bebió el líquido, con una sonrisa me miró a los ojos.

- ¡Vaya!, nunca había conocido a alguien que cargará con tal bendición... también una gran desdicha... mi pequeño amigo... pero haz sido muy gentil en ayudarme, así que te devolveré el favor, ¿te gustaría convertirte en aprendiz? - me dijo en una extraña pose

Después me di cuenta que era algo que hacía todo el tiempo, era parte de su personalidad, recuerdo que lo miré con sorpresa.

- ¿Aprendiz?, ¿aprendiz de qué señor? - pregunté

- Aprendiz de mago, una disculpa por mis malos modales, mi nombre es Merlín... - dijo con otra pose y otra sonrisa

Era inocente, me pareció gracioso lo que hacía.

- Esta bien señor Merlín, aceptó ser su aprendiz... aunque no sé que es un mago... - dije alegre

El rubio se río un poco de mí, yo no entendí el porqué en ese momento, era demasiado ingenuo, de alguna o de otra manera Merlín me salvó de muchas cosas, a su vez me maldijo con lo que hizo por mí.

- Mi pequeño desafortunado... - siempre me decía así

- Te contaré una historia, una historia que puedo leer en tus hermosos ojos esmeralda... - dijo con una sonrisa

Entonces me lo contó, también me explico que yo era esa luna, lo que nunca me pudo decir es porque yo había nacido mil años antes que mi estrella, pero mientras estudiaba para ser mago me dio un par de cosas más para ayudarme.

- Mi pequeño desafortunado, tienes un corazón muy noble por ello te voy a entregar dos hechizos muy especiales... - dijo con una sonrisa

- ¿Cómo puede ayudarme maestro?, si para cuando ella nazca yo ya abre muerto... - dije melancólico

- Precisamente, te daré una forma de vivir hasta que la encuentres... - comentó

- ¿Qué es maestro? - pregunté curioso

- Te daré el tiempo que necesites... para eso te daré parte del corazón de esta luna, así tu tiempo se detendrá, una vez que cumplas los 21 años, dejarás de envejecer... - dijo amable

En ese momento puso la mano en la tierra, parecía que letras caminaban por su piel hasta la tierra, de ésta brotó un dragón, con enormes alas,, estaba enplumado, parecía una serpiente, era de un color verde como el pasto, pero sus alas más bien eran de varios colores, rodeo un momento a Merlín, después ascendió precipitadamente hasta el cielo y desapareció, después de un momento bajo con una pequeña roca entre sus colmillos, que entregó a Merlín en sus manos y regresó a la tierra, yo solo lo miré maravillado.

- ¿Ya no envejecer? - cuestione

- No será permanente, será temporal, pero tampoco te dejará morir... - dijo el ojiceleste

- Esta bien... - dije sin saber lo que me aguardaba

- Pon tus manos sobre la roca... - me pidió

Así lo hice, después de un momento entre mis manos apareció la luna con el rejoj, un reloj de ciclos lunares, no de tiempo humano.

- Cuando ese reloj se rompa el tiempo que he detenido volverá a correr, es decir, empezarás a envejecer, pero no es la única consecuencia, recuerda toda la magia tiene sus efectos... - me dijo poniéndome el collar en el cuello

- Y ¿cómo se romperá ese tiempo?, bueno eso lo hará tu amor, tu estrella, desde ahora serás como el narciso que espera paciente bajo la fría nieve el regreso de la cálida primavera... - dijo ameno

Dio un giro rápido, cortando todas las flores blancas solo con el viento, con un gesto de la mano las trajo a su mano y las convirtió en el collar que te entregué, él me lo puso en el cuello.

- Cuando tu corazón y el corazón de tu amor se sincronicen, tu tiempo volverá a correr con la escarcha helada se romperá el hechizo, así también sabrás que ella es la mujer que haz esperado... - dijo amable

- Muy bien maestro... muchas gracias... - dije con una sonrisa

Pase muchos días, muchos años con Merlín, cuando cumplí doce años el se fue, pero no sin despedirse de mi madre y de mí, aún lo recuerdo con su morral al hombro en el de la puerta de nuestra casa.

- Hoy te graduas como mago, a partir de ahora el conocimiento que yo te di es tu decisión como lo uses, recuerda que la magia no es buena ni mala, solo es lo que la persona que la usa, mi pequeño desafortunado, nos veremos algún día, hoy también tengo que seguir mi propia travesía... - dijo con una sonrisa y otra pose extraña

- Lo extrañaré... - dije con tristeza

Dio media vuelta y se retiró, yo me quedé con mi madre, aunque esa felicidad solo me duró unos pocos años más, yo esperaba vivir una vida tranquila y a pasible hasta que te encontrara, pero no fue así, cuando cumplí 15 años, entonces empezó mi largo camino de dolor.

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