La bodaNémesis
Hawái
Me paseo continuamente por la habitación, los nervios no cesan y el hecho de pensar que estoy a solo minutos de salir de este infierno hace que se me hinche el pecho de la felicidad. Mientras los minutos pasan, la adrenalina corre por mis venas y siento un hormigueo en el estómago.
Todo lo que estoy haciendo, lo hago con el único propósito de salir de aquí. No quiero caminar hasta ese altar, pero sé que lo tengo que hacer, no puedo echar todo el plan abajo.
Siempre imaginé que mi padre sería la persona que me llevaría de mano hasta el altar y me entregaría con la persona que yo decidiera escoger como mi futuro esposo, pero no, no es así.
Entro en el vestido ball gown o estilo princesa. Este se caracteriza por tener unos corpiños ajustados a la cintura, mangas de hombros caídos y ser estrecho hasta la cintura con una falda muy voluminosa.
Me paro frente al espejo y plancho con la palma de mi mano la voluptuosa falda del vestido. Unas lágrimas ruedan por mis mejillas. El sentimiento de felicidad que estoy experimentando es indescriptible, no tengo palabras para expresar la emoción que cargo internamente; y pensar que estoy tan cerca de obtener mi libertad después de mucho tiempo hace que la piel se me erice.
Limpio las lágrimas con la esquina de un pañuelo, no quiero que se me corra el maquillaje, ahora no.
—Démosle un retoque al maquillaje. —Dice uno de los maquilladores— Te dejaré divina —Se posa frente a mí y rechina un poco más mis pestañas, aplica un poco de iluminador para resaltar algunas zonas de mi rostro; y después de terminar su trabajo me dedica una cálida sonrisa y se marcha de la habitación.
— ¡Oh, Dios mío! —Dice Alana en un tono sorpresivo— Griega te ves hermosísima —Se queda ahí pasmada mirando el resultado final.
—No me hagas sonrojar —Camina hasta quedar parada frente a mí y me hace girar sobre mis talones.
Sé que ella está tan ansiosa como yo de salir de este calvario de una buena vez por todas. Hoy salimos las dos juntas o no sale ninguna.
—Simplemente estás radiante —Dice con una voz juguetona antes de envolverme en un fuerte abrazo—Némesis Williams aceptas aceptarías casarte conmigo —Bromea.
Después de que Alana tuviera que salir a vestirse, me quede ahí sumida en mis pensamientos.
Tocan la puerta y vuelvo en sí, el tío Adam cruza el umbral de la puerta y se queda ahí parado. Hoy lleva su pelo canoso peinado hacia atrás y un smoking azul que va acompañado de una corbata negra.
—Espero que ya estés lista —Me extiende su mano y la sujeto.
Se suponía que tenía que ser mi padre quien me llevara hasta el altar, no un simple desconocido.
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Némesis Inquebrantable
RomanceÉl quiere quebrantar su alma Ella es inquebrantable Él quiere destruirla Ella quiere venganza Ahora los dos combaten en una guerra de destrucción y venganza. ¿Quién ganará?.