Capítulo 2. Primer encuentro peligroso

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Esa misma noche, en la que ambos comenzaron a estudiar lo relacionado a los primeros pisos del calabozo para que Bell pudiera aventurarse lo más pronto posible pero estando realmente preparado, el peliblanco pudo notar lo diligente que la semi-elfa era en relación al tema de estudios ¿Cómo se dió cuenta el pobre conejo? Simple, estuvieron toda la noche en un cuarto del gremio, el chico leía demasiados libros que Eina ponía en la mesa, los mismos que, apenas terminaba, se reabastecían, el tiempo pasaba, las horas pasaban a una velocidad realmente grande, hasta que, Eina cerró ligeramente los ojos y cayó dormida.

En el sillón, sentada, con sus ojos cerrados y su cabeza hacia abajo, se encontraba la hermosa asesora de Bell, era claro el cansancio que tenía.

-Desde el primer momento en que entré, pude notar que trabaja demasiado, es muy dedicada a su cargo como asesora, me alegra eso, alguien que se esfuerza para preparar de buena manera a los aventureros-Dijo Bell al notarla y en su mente pasó una imagen de ella trabajando, él comprendía que su cansancio estaba justificado.

El peliblanco procedió a retirarse la chaqueta que traía puesta y la posó encima de Eina, para protegerla del frío que pudiera entrar al cuarto, aunque él había cerrado las ventanas, al posar dicha prenda en el delicado cuerpo de la chica, ella se...

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El peliblanco procedió a retirarse la chaqueta que traía puesta y la posó encima de Eina, para protegerla del frío que pudiera entrar al cuarto, aunque él había cerrado las ventanas, al posar dicha prenda en el delicado cuerpo de la chica, ella se acurrucó un poco, acomodándose y poniéndose en una posición mejor para descansar.

-Es muy hermosa pero... tengo que calmarme, ella es solo mi asesora, lo más probable es que sea amable conmigo por profesionalismo, es algo doloroso pensar eso pero no lo hace malo-Dijo Bell, regresando a su asiento para continuar leyendo sobre los monstruos del calabozo, así como algunos puntos débiles que estos tienen.

Llegó la mañana, los rayos del sol penetraban por la ventana que yacía cerrada, poco a poco comenzó a abrir sus ojos la bella asesora, acomodando sus lentes que se encontraban a media altura de su cara, ya no enfrente de sus ojos, al hacerlo, pudo...

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Llegó la mañana, los rayos del sol penetraban por la ventana que yacía cerrada, poco a poco comenzó a abrir sus ojos la bella asesora, acomodando sus lentes que se encontraban a media altura de su cara, ya no enfrente de sus ojos, al hacerlo, pudo notar a un lindo y pequeño conejo, acostado encima de la mesa, con sus ojos cerrados y con cierto fruncimiento en su ceño, parecía que tenía una pesadilla, aunque eso llamó su atención, creía que estaba mal estarlo observando de esa manera, aunque el sonrojo de sus mejillas crecía al verlo tan indefenso durmiendo, pero al fijarse mejor, notó que Bell había terminado de leer la gran mayoría de los libros que ella había puesto en la mesa, no todos, claro, pero gran parte de ellos, por lo que, cuando despertara, debería hacerle una especie de examen para poder evaluar que tanto había aprendido, para su fortuna, unos cuantos segundos después de ver la pila de libros, Bell comenzó a abrir sus ojos.

¿Está mal enamorarse de un aventurero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora