Capitulo 7

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He estado esperando por Ernesto desde la mañana; la verdad es que necesito que me firme unos papeles y bajo ningún concepto quiero recurrir al plan B.
Lo he llamado infinidad de veces a su celular y no contesta. 

He evitado colisionar con Alexander a toda costa y el parece estar haciendo lo mismo. Cuando ando por los pasillos de la planta intento caminar a la velocidad de la Luz y a duras penas miro hacia los lados.

Cuando veo que ya no tengo alternativa; a regañadientes recojo los papeles de mi escritorio y tomo camino hacia la oficina de Alexander. Que el señor guíe mis pasos y proteja de las garras del lobo feroz.

El día de hoy llevo una coleta alta; con algunos mechones desparramados por mi frente, una falda de tubo que me hace un culo de revista y una camisa blanca; me veo bien y me siento bien. Se los dijo porque bajo ningún concepto puedes presentarte ante un ex como una vulgar indigente.

Cuando llego a su oficina, Kate no está en su puesto y toco dos veces sin obtener respuesta; entro sin avisar porque la verdad es que cuando estaban repartiendo la paciencia; yo estaba en otra fila:

El individuo, dígase el "El señor Ivanov" está sentado detrás de su escritorio; eleva su mirada de los papeles en los que parece estar inmerso a penas escucha la puerta abrirse. No tengo que decir la felicidad que tiene de verme:

—¿No te enseñaron a tocar la puerta?

—¿No te enseñaron a tí a limpiarte los oídos por las mañanas? —digo mientras avanzó en su dirección— He tocado las puertas dos veces— lanzo los paleles sobre su escritorio— que no escucharas es tu problema.

—Vale, ¿Eso significa que no escuchar una respuesta te da derecho a entrar así sin más?

—¿Vas a seguir molesto por esa estupidez o me vas a firmar los papeles?—digo poniendo fin a esta discusión estupida. —La verdad es que no quiero estar aquí porque cuando lo tengo cerca parece que no puedo pensar correctamente. Se pone de pie de manera muy amenazante y me señala con su dedo como si quisiera traspasarme con el:

—Yo no sé quien te dijo que podías entrar en mi oficina y hablarme como...—La puerta se abre estrepitosamente y esta vez es Kate, quien entra atareada con lo que parece ser un almuerzo.

—Disculpe la tardanza señor yo he tenido que...—la hace callar al instante.

—No me interesan los detalles. Ponlo en su lugar y retírate de mi vista. —le dice así sin más, sin inmutarse. Miro a Kate y parece totalmente indiferente a sus desplantes. «Grosero de mierda.»

Kate apenas me da una mirada indescriptible y sale tan rápido como entró. Ante un suspiro de resignación se dispone a leer los papeles antes de firmarlos.

—Podrías decir gracias de vez en cuando— digo respecto a su actitud para con Kate, mientras me paseo por su oficina y debo decir que luce muy fría, nada de detalles... ni una foto. —sé que siempre haz sido un grosero de mierda pero por lo visto los años no han favorecido tu estado de ánimo.

—Se puede cambiar mucho en cuatro años Ivonne, créeme.

Me tiende los papeles ya firmados como un claro mensaje de que quiere que me largue de su oficina pero no quiero irme. Quiero quedarme aquí viéndolo todo el día y quiero pegarme fuerte contra la pared más cercana para ver si así entro en razón.

El padre de mi HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora