Capítulo 6

743 55 0
                                    

Después que la llovizna comenzara avisando una próxima lluvia decidí que lo mejor era regresar a mi casa mientras que pedaleaba en mi bicicleta perdida en mis pensamientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después que la llovizna comenzara avisando una próxima lluvia decidí que lo mejor era regresar a mi casa mientras que pedaleaba en mi bicicleta perdida en mis pensamientos.

No tuve mucha suerte con la lluvia puesto que a medio camino a casa la llovizna se convirtió en gotas gruesas y dolorosas para mi piel cayendo del cielo. Aparqué la bicicleta en la entrada de la casa y metí mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón para abrir la puerta de casa.

De inmediato las luces se encendieron dejando ver a las gemelas —Charly y Chelsea— con un celular en mano, potes de helado y sentadas cómodamente en el sofá. Las tres nos paralizamos.

—¿Qué hacen despiertas? —les pregunté a mis hermanitas mientras cerraba con cuidado la puerta.

Las dos se miraron sin saber qué decir.

—La pregunta aquí es —me apuntó con el celular Charly para añadir—: ¿Qué haces tú entrando a casa en la madrugada?

—Venía del jardín, estaba leyendo —mentí—. ¿Ustedes?

—Revisando tu celular —dijo normal Chelsea mientras tomaba una cucharada de helado—. Muy interesantes tus conversaciones... Algunas fotos me encantaron, deberías subirlas a Instagram.

Su gemela rodó los ojos mientras le daba un codazo a lo que le salpicó el helado en la cara.

—Pero Grace —llamó mi atención mi hermana—, ¿te gusta Joseph?

—¿Qué? —pregunté anonadada—. Denme mi celular.

—¿Es cierto? —insistió Chelsea mientras que Charleen trataba de ocultar su risa comiendo—. ¡Vamos Grace! No puedes no decirme esas cosas, ya tenemos edad como para compartir esos secretos.

—Déjala mitad atontada —Charly me defendió—. No hay que preguntar cosas obvias.

Abrí mi boca con incredulidad y caminé hasta sentarme entre las dos quienes me veían con una sonrisita muy comemierda. Suspiré.

—Sí, me gusta Joseph.

—¡Dame mi maldito dinero perra! —le susurró con entusiasmo Chelsea mientras extendía su mano a Charly con una sonrisa plantada en la cara—. ¡Debes pagar Char!

—Sigo sin entender el por qué de apostar contigo, Chels —le gruñó su gemela.

—¡¿Apostaron por mis sentimientos?! —chillé por lo bajo.

—Corrección dulce Grace, hermana querida —levantó su dedo Charly—: hemos apostado cuánto tiempo te tomaría decirlo.

—Mierda —mascullé.

—¡Eh, eh, eh! Vocabulario señorita —dijo Charly riendo por lo bajo para que mamá no escuchara.

Les arrebaté mi celular de sus manos para ver lo que ellas estaban revisando como dos chismosas a lo que se me pegaron como sanguijuelas en cada brazo. No era mucho, mis chats seguían sin ser vistos sus mensajes, aunque estaban las notas abiertas, aquellas que utilizaba para escribir pequeñas frases o ideas que se me iban ocurriendo para la historia de Me Enamoras.

Mis queridas hermanas, las amaba, realmente lo hacía, pero a veces ellas dos me sacaban de quicio. Cuando se unían el mundo temblaba. Yo siempre trataba de protegerlas, tenía ese instinto desde que ellas nacieron, jugaba con ellas aunque yo no quisiera y la mayoría de veces sentí que me convertí en una madre para ellas. Tantas veces he sentido demasiado peso sobre mis hombros, desde que papá murió todo se había vuelto más difícil.

—¿Para qué escribes eso? —inquirió una muy intrigada Chelsea—. Digo, es genial y todo, pero ¿Por qué?

—Porque a algunas personas les gusta la poesía Chels —dijo como si fuera obvio su gemela rodando los ojos—. No todos disfrutan de lo que son fiesta y salidas con amigos.

—Eso lo sé, pero...

—Ya, ya, basta, amores míos —las molesté a las dos callándolas antes que comenzaran una disputa sin sentido—, todos tenemos gustos diferentes.

Ellas gruñeron y rodaron los ojos —sí, todo al mismo tiempo como si estuvieran sincronizadas—, agarraron los botes de helado y comenzaron a comer. Mientras tanto yo me levanté de mi puesto para dirigirme escaleras arriba, debía dormir, al día siguiente tendría que levantarme temprano para poder llegar a tiempo a mi examen.

***

Comíamos unas papas sentados en las escaleras cerca de nuestra siguiente clase. Bueno, al menos Joseph, Paige y yo nos encontrábamos sentados mientras que los otros estaban parados jugando a empujarse entre sí, pero paraban cuando un profesor pasaba viéndonos extraño.

—Y bien, ¿hacemos algo este fin de semana? —inquirió John mientras que con su puño le daba un golpecito a Adrien—. Lo tengo libre, mi papá se enfermó y no podré ir a pescar.

—Tengo clase de inglés —se excuso Adrien—. Ya saben, mis padres siempre metiéndome en ese maldito curso, yo ya ni quiero estar ahí.

Me metí unas papas a la boca y Jo me arrebató la bolsa para comérselas él. Paige estaba perdida en sus pensamientos mientras comía de sus cerezas.

—Yo perfecto —dijo con la boca llena Joseph a mi lado—, no tengo nada mejor que hacer a menos que hacer la tarea de matemáticas sea una prioridad.

—No me vendría mal salir el fin de semana —se encogió de hombros mi mejor amiga, John volteó a verla con una pequeña sonrisa disimulada que a mí no se me escapó—. ¿A dónde iremos?

—¿Les parece ver una película? —dije uniéndome al plan, no quería quedarme encerrada en mi habitación, aunque podría adelantar con la historia.

—¿La nueva de Marvel? —preguntó Joseph y yo asentí.

—Nos reunimos el sábado en el centro comercial —dijo Paige mientras se levantaba y sacudía su falda—. Ya regreso.

La miré con ojos entrecerrados pero ella ni lo notó, lo que sí vi fue a mi querido amigo John frunciendo el ceño. Era gato encerrado.

Sentí un toquecito en mi hombro distrayéndome de Paige y John, me volteé para verlo sonriendo.

—¿Sí, Joseph?

—Te vas a fruncir mucho si sigues así —apuntó a mi frente donde se me marcaban algunas líneas—. Nadie quiere que se te arruine tu linda frente.

Pues miren que hermoso cumplido. J cumplidos Williams le decían.

—Ajá.

—Si eres muy hermosa.

—Aj... ¿Ah? —terminé por decir—. ¿Yo? ¿Linda? Ya quisiera.

—Créelo Grace Grey, tienes más belleza que otras personas —me quedé embobada mirando sus ojos que me transmitían la sinceridad de sus palabras—. Y no solo por fuera, también por dentro.

—Gracias —le respondí con sinceridad.

Vi en su mirada como vacilaba en querer decirme algo en aquel momento, seguramente estaba eligiendo sus palabras para poder expresarlo. Él bajó de su peldaño para estar junto a mí y acercarse lo más posible. Su boca quedó demasiado cerca de mi oreja y sentía su aliento —el cual estaba caliente y mentolado—.

—Quería decirte algo sobre la música —dijo y yo traté de controlar mi lengua para que no desatara un vómito verbal enamorado—. Estuve pensando en...

Justamente en ese momento sonó la campana que indicaba el regreso a nuestras clases dando por finalizado nuestro receso y lo que Jo fuese a decir.

Salvada por la campana.

Ni Raquel Mendoza tenía tanta suerte como yo, pero por lo menos conservaba mi dignidad.

¿Nos enamoramos? [Mer]✔ #DreamsAwards2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora