Blind Love

Bordeaux

Perspectiva de Yongsun:

Suena el timbre de mi casa, «llega justo a tiempo».
Termino de retocar mi maquillaje, tomo mi bolsa de mano y me apresuro a abrir la puerta:

— Hola.

«Verla es siempre como la primera vez, me sigue moviendo mil cosas internamente».

— Wow... — Analiza cada parte de mí— Te ves realmente increíble.
— ¿Eso crees? —Me giro un poco para que vea que mi vestido es abierto de la pierna derecha, ella automáticamente me sigue con la mirada, provocándome reír—.
— De verdad... Sigo sin creer como es que alguien como tú esté a mi lado. 
— Estoy a tu lado porque nos merecemos mutuamente.

Se ha puesto un traje gris con camisa blanca, una corbata y tirantes de color negro, realmente se le ve muy bien ese estilo.
Jalo de sus tirantes para acercarla a mí y darle un beso, quiero que sepa de todo el amor que siento por ella.
La manera en que acaricia mi espalda me hace sentir en otro mundo.

— ¿Nos vamos?
— Si, porque si no lo hacemos ahora, perderemos la reservación. —Dice apresurada—.

Pidió un auto por medio de una plataforma que nos llevó hasta un restaurante que, desde ver el jardín, es obvio que tiene demasiada clase.

Bajamos del auto, de forma automática extiende su mano y yo la tomo para entrar orgullosa de ser su novia al restaurante.

— Buenas noches, ¿tienen reservación?
— Buenas noches, —contesta pacífica— sí, está a nombre de Kim Yongsun.

Volteo sorprendida de que la haya puesto a mi nombre, ella solo se ríe en silencio sin mirarme.

— Por aquí por favor.

Seguimos los pasos del recepcionista, quién nos deja en una mesa a las orillas, cerca del ventanal:

— Tomen asiento, en un momento viene el mesero, que tengan una excelente velada.
— Gracias. —Sonríe emocionada, yo replico su comentario—.

Nos quedamos a la espera del mesero, ella acomoda sus lentes y habla:

— Si me dieran a escoger ver una sola cosa en esta vida, te escogería a ti.
— Ya basta. —Sonrío ante su encanto—.
— Amor es que te estoy hablando en serio —con ambas manos toma mi diestra— ni siquiera el arte que por tantos años admiré se compara a ti.

Permanecemos en silencio contestando solo con sonrisas, enseguida se acerca el mesero:

— Buenas noches, les doy la carta.
— Gracias. —Contestamos ambas—.

La música de piano en vivo acompleta el estilo elegante del lugar, todos estamos de gala, es un restaurante de una alta reputación «quisiera pensar que no ha sido tan caro, pero sería mentirme a mí misma». 

— Bueno, no sé que se te antoje... Pero considera que pediremos vino.
— ¿Qué tipo de vino? Para saber que platillo pedir...
— Bordeaux blanco... —Hace una expresión de duda que me hace saber que está preguntándome si debería ser ese o no, a lo que asiento—.

«Quisiera saber qué acaba de decir, pero que yo recuerde, una vez Hye-jin me dijo que los vinos blancos van bien los mariscos y hoy no tengo un apetito de algo en especial».

— ¿Te parece bien si pedimos salmón?
— Justo estaba pensando en ello. —Sus lentes apuntan al mesero— Salmón y ensalada para dos, por favor. Una botella de Bordeaux blanco también.
— A sus órdenes. La cena estará lista en un momento. —Termina de tomar nota y apresura su paso a la barra—.

Dejo de seguirlo cuando desaparece de mi vista, vuelvo la mirada enfrente para notar a Byul recargada sobre sus brazos en la mesa mirándome atentamente:

— ¿Qué pasa? —Pregunto ante lo evidente—.
— ¿Alguna vez has pensado que quieres para tu futuro?
— ¿En qué sentido?
— Que harás más adelante... Si te quedarás más tiempo trabajando con Hye-jin, si quieres quedarte en esta ciudad, quizá comprar algún terreno o auto, o algo así...
— Bueno... —Acomodo mi cabello— La verdad no he pensado tanto en ello.
— ¿Por qué?
— Quizá ya has notado cuán desesperada soy. —Se echa a reír con tranquilidad— Pensar en lo que será mañana me llena de ansiedad, prefiero vivir el momento... Cada día tiene su propia preocupación.
— Sí, en eso tienes razón.
— ¿Y tú? Supongo que tú ya tienes algo en mente.
— La verdad sí. En parte también me interesaba saber si tenías algo planeado, ya que quisiera saber... Qué tan dispuesta estarías a qué nos fuéramos de aquí.

Me han tomado por sorpresa sus palabras, casi dejé de escuchar la música de fondo. Sus ojos esperan una respuesta de mi parte pero es que no lo había pensado, «¿Irnos a dónde? Para empezar» 

Dándome algo de tiempo de procesar una respuesta, llega el mesero poniendo una cubeta llena de hielo y la botella de vino en el medio, nos da una copa a cada una, agradecemos y él se va.

— ¿Irnos? ¿Es que no te gusta aquí? —Pregunto dándole la vuelta a la copa—.
— No es eso. Me gusta el lugar, pero creo que comenzar de nuevo sería mejor en un lugar nuevo, además, me gustaría que fuéramos a una ciudad más tranquila, quizá a provincia estaría bien.
— ¿Provincia?
— ¿No te gustaría vivir en un lugar rodeado de naturaleza? Aquí solo vemos autos y edificios.
— Bueno, sí, pero... No siento que nos falte algo aquí.
— Quizá te ayude a decidir cuando conozcas el lugar del que te hablo.
— ¿Que tan lejos es?
— Es bastante cerca de aquí. De hecho es en la provincia a donde fuimos la vez que te pedí que fueras mi novia.
— En realidad te lo pedí yo. —Digo en un tono burlesco—.
— Fuimos ambas. —Dice evitando reírse— Ese lugar es perfecto para una vida más tranquila, —Su mano acaricia la mía sobre la mesa— creo que no tenemos necesidad de vivir una vida tan acelerada como la que ofrece esta ciudad. Podemos vivir y trabajar allá, no cambiaría mucho.
— Pero Hye-jin...
— Yo sé... Sólo es una propuesta para que lo pienses, no te sientas obligada a decirme que sí o qué no en este momento, piénsalo y podemos conversarlo más adelante.

Aprieto los labios, no sé si yo quiero irme de aquí, al final, me gusta mi vida.

— Está bien, lo voy a considerar.

Parece que está a punto de decir algo, pero nuevamente llega el mesero con una charola y pone nuestros alimentos delante nuestro:

— Buen provecho.
— ¡Gracias!

Se retira y comenzamos a cenar, pese a que debería estar disfrutando este momento, su propuesta me ha dejado pensando y ahora no puedo concentrarme en algo más.
Sirve mi copa, agradezco y sin pensar tomo, no sin hacer gestos. El alcohol no va conmigo.

Ella voltea:

— Cariño, no lo pienses tanto.
— ¿Cómo sabes en qué estoy pensando?
— Sólo lo sé... Eso es lo que los amantes hacen... O quizá... —Su mano entrelaza nuestros dedos— lo que las almas gemelas hacen.
— ¿Somos almas gemelas?
— ¿Todavía te cabe duda?

Agacho la cabeza algo apenada, amo tanto esa versión suya.

— Concéntrate en vivir el momento de esta cena, ¿si? Es nuestro primer medio año de toda la vida que tenemos por delante.

Sostengo su mano para besarla:

— Sí mi amor.