Nítido

960 126 11
                                        

No puedo pasar la vida ignorando mi sentir.
Aprieto mis puños y salgo corriendo de la tienda, ante el sonido ella se ha asustado, por lo que voltea ligeramente el cuerpo;

— Déjeme ayudarla.
— No hace falta —sonríe—, empiezo a adaptarme a esto.
— ¿De verdad no necesita ayuda?
— No. Por ahora, tengo todo bajo control.

Su voz suena tan pacífica y segura, que es imposible dudar de la veracidad de sus palabras.

— Está bien...
— Yongsun.

Su voz me sacude de mis pensamientos y me hace volver al aquí y ahora:

— ¿Qué pasa?
— No me tengas lástima... No tienes por qué sentirte mal por mi.
— No es lástima — protesto— sólo me he angustiado.
— Descuida. Estoy bien, pero tú actitud me ha dejado pensando que buscas algo.

Me sorprendo al escuchar esa última palabra, ¿qué podría estar buscando? ¡Sólo estoy siendo amable!

— Yo creo que no estamos en la misma sintonía.
— Yongsun.

Aunque es menor y a penas es la segunda vez que la veo en mi vida, algo dentro mío se sacude al escuchar mi nombre desde sus labios. Es como un vacío creciente dentro de mi tórax, ¿qué es esto?

— Mande.
— ¿Te gustaría tomarte un café conmigo? Tengo el presentimiento de que te gustaría conversar...

¿Ahora es cuando accedo y descubro que ella no es nada de lo que me imaginé? ¡Esto no es una película!

— Disculpe, tengo demasiado trabajo últimamente, pero le agradezco mucho la invitación.
— Vamos, no me hables de "usted", háblame de tú. Dime Byul. Por otra parte, no te preocupes, la propuesta seguirá vigente si es que un día decides aceptarla, sólo házmelo saber.
— Gracias.
— Adiós Yongsun.
— Adiós Byul.

Ella se da vuelta y tienta la puerta del auto que ya está abierta, entra y con cuidado cierra. El taxi se fue rápidamente y desapareció de mi vista en cuestión de nada.

«¿Conversar? ¿De qué tendríamos que conversar? Que atrevimiento».

Sacudo mis manos que tienen tierra y vuelvo a la florería.

.
.
.

Perspectiva de Moon Byul.

El día ha comenzado bastante frío.
Aunque no puedo ver nada más que algunas sombras, me levanto de mi cama y camino hasta mi ropero. Son 7 pasos a la derecha, 1...2...3...4...5... Estiro la mano para que no haya ninguna sorpresa 6...7... Mi mano acaricia la madera de roble del ropero. Busco al tacto la manija y la jalo con fuerza para abrirlo.
Tiento mis chamarras, deslizo mis dedos a la derecha, por aquí deben estar mis abrigos... ¡Ah! Te tengo.
Capturo uno que es muy oportuno para el clima. Lo sostengo con la mano izquierda y con la derecha cierro el armario.
Regreso los 7 pasos que había dado, cuelgo el abrigo desde su gancho en un clavo que tengo arriba de mi cama, no quiero que se arrugue.

Me quito la pijama y doblo ambas prendas, las pongo sobre el estante que tengo aquí.
Saco unos jeans y una playera desde los cajones del estante.

Aunque no puedo saber exactamente que colores estoy por ponerme, no me preocupa, aquí he puesto pantalones color gris, negro y azul. Entre mis blusas sólo hay colores neutros, de modo que cualquier color que sea combinará, entonces no hay problema.
Termino de cambiarme y me pongo el abrigo, hoy debo trabajar.
Trabajo desde casa, para mí buena suerte tengo varios años haciendo esto, por lo que no resulta complicado, adapté un cuarto especial para trabajar.

Blind LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora