Capítulo 1: Aunque es de noche

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Su claridad nunca es oscurecida
Y toda luz de ella es venida
Aunque es de noche

La morena bailaba en el escenario alrededor de la barra de pole dance. Movía sus caderas y agitaba su pelo con cada movimiento que realizaba. Los hombres sentados en las mesas a su alrededor se volvían locos, silbándole y arrojando billetes y más billetes que ella ignoraba, centrándose únicamente en la coreografía y en su hipnotizante mirada.

Se subió a la barra en el estribillo de la canción y continuó bailando y subiéndose más en ella. Jugaba a llevar la atención a sus piernas y abdomen, a separarlas por completo y volver a juntarlas y a moverse provocativamente colgada de la barra.

Cuando la canción terminó, dio por finalizado su turno de aquella noche, ya que en unas horas debía volver a ser la chica que sus padres querían que fuera. Caminó elegantemente hacia los vestuarios del club y se estaba cambiando de ropa cuando escuchó la puerta abrirse.

No le dio importancia al ver a Eva; la mujer rubia con la que compartía una especie de relación en secreto, al igual que toda su doble vida.

Desde que Luna había conocido a Eva, se había sentido confusa. Ella se consideraba heterosexual, sin embargo, se enamoró perdidamente de Eva desde el primer momento en que la vio.

Eva era una mujer rubia y alta, preciosa. Una mujer de la que definitivamente podríamos decir que entra en todos los cánones de belleza habidos y por haber. No obstante, lo que a Luna le llamaba más la atención de Eva era su mente. La rubia era inteligente y siempre te sorprendía con sus conocimientos. Salir con ella era sinónimo de diversión, por eso a Luna le gustaba tanto.

Además, Eva era unos años mayor que ella. Luna tenía dieciocho años, mientras que Eva ya había cumplido los veintitrés.

- Hola, guapa. - saludó Eva. - Me ha gustado muuucho el baile.

La camarera agarró a la stripper de su cintura y la atrajo hacia ella en un beso.

- Me alegro de que te haya gustado, rubia. - murmuró cerca de sus labios. - ¿Quieres que vayamos a tu apartamento y...?

- No puedo. - Interrumpió. - Tengo que trabajar, aún no he terminado mi turno.

- Puedo esperarte.

- No, no, de verdad. Además, estoy un poco cansada...

Luna la miró; Eva se comportaba de una forma extraña desde hacía unas semanas, pero la morena estaba tan enamorada que se negaba a pensar que algo iba mal.

- ¿Segura? Puedo llevarte y dejarte allí, si quieres...

- Sabes que no acabarías sólo dejándome allí, y estoy demasiado cansada como para follar contigo.

- Nunca te he escuchado quejarte.

La rubia le pegó en el hombro jugando.

- Te veo mañana.

- Escríbeme.

Se besaron, pero Eva se apartó lo más pronto que pudo a lo que Luna la miró confundida.

- Te quiero.

La rubia no respondió, sólo le sonrió y corrió hasta el bar del club.

Luna suspiró. Salió y esperó en la calle pacientemente por uno de sus jefes, mientras fumaba un cigarrillo pensando en cualquier cosa.

Ni siquiera se giró cuando escuchó la puerta abrirse detrás de ella.

- Luna. - Escuchó que su jefe la llamaba. - Buen número el de hoy.

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