Capítulo 28: Always

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There will always be a space
for you and me

Casey

- Casey, esa chica eres tú.

Cuando dijo eso, mi humor cambió por completo. Entendí porqué ella me había contado eso y entendí un montón de cosas, tantas que me abrumó tanta información. Después de todo, sí que me gustaba. Me quedé perpleja y eso la hizo reír aún más.

- Di algo.

- Es que no sé... ¿Gemiste mi nombre?

- ¿Eso es todo lo que te interesa? - preguntó entre risas - Sí, pensaba en ti todo el tiempo. No sé qué me has hecho, Cass. Yo no era así antes. No quería decírtelo porque no quiero estropear nuestra amistad, pero creo que ya la he estropeado suficiente.

- ¿Por qué dices eso?

- Por lo del baño. Y por lo del baile en Vértigo.

- Sí, definitivamente no somos amigas desde hace tiempo - eso hizo reír a la morena - Pero no ha sido tu culpa, ni mía. Ha sido algo natural.

- Ya.

Se hizo un pequeño silencio en el que estaba radiante de felicidad, sin embargo, ella estaba cabizbaja.

- ¿Qué te pasa?

- ¿Esto significa que ya no podemos ser amigas?

- Nos gustamos demasiado como para seguir siendo amigas, amor.

Ella sonrió. Nos quedamos las dos en silencio mirándonos, había una tensión increíble en el ambiente.

- Bueno, pues eso... ¿Dormimos y seguimos hablando mañana? Tengo sueño. - dijo ella.

- Sí, sí, claro. Apaga la lámpara, el interruptor está justo detrás tuya.

Ella alargó su brazo pero no lo encontraba. Me acerqué para ayudarla y ella giró su cara. Estábamos peligrosamente cerca una vez más, me había olvidado ya del interruptor y solo podía pensar en la mirada inocente que me estaba dando y en lo que eso me provocaba.

No sé quién se lanzó primero, pero de repente nos estábamos besando, nuestros labios se movían con desesperación, queríamos sentirnos y recompensar todo el tiempo perdido. Ella abrió su boca y aproveché para subir la intensidad introduciendo mi lengua en el beso, que ella copió. Había pasado de ser un beso romántico a uno con otras intenciones muy diferentes.

Luna se puso a horcajadas encima de mí sin parar de besarme y bajó sus manos de mi cuello por todo mi cuerpo, subieron desde mi cintura a mis tetas, que lo único que las cubría era una camisa ancha y fina.

- Llevaba mucho tiempo soñando con este momento. - confesó.

Eso infló mi ego y me hizo mojarme aún más.

- ¿También acabaste gimiendo mi nombre las veces que soñaste con esto?

Bajé mis manos a su culo y lo apreté; no llevaba pantalón, tan solo un tanga. Me estaba volviendo loca verla así encima de mí y con tan poca ropa. Necesitaba más contacto.

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