Capítulo 4: SOS

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This time, please someone come and rescue me
'Cause you on my mind, it's got me losing it
I'm lost, you got me lookin' for the rest of me

Luna:

- Anda, pasa. Estamos empezando la literatura del Romanticismo.

Entré y le agradecí con una sonrisa al profesor que me dejara pasar. No quería presumir de que era su alumna favorita, pero le caía bien por el simple hecho de que mi apellido era Bennet. Al igual que el de Elizabeth Bennet, protagonista de Orgullo y Prejuicio. Se ve que mi profesor era un gran fan de la novela y me cogió cariño.

El único sitio libre que había era al lado de la nueva, así que me senté allí deseando hablar con ella. Al parecer la castaña tampoco podía apartar su mirada de mí, así que cuando se encontraron de nuevo volvió a sonreírme y yo se la devolví.

Mientras el profesor explicaba, se giró hacia mí y me susurró.

- ¿Puedes decirme en qué página estamos? - Preguntó abriendo el libro después de casi quince minutos de clase.

- En la cuarenta y siete.

- Gracias.

Volvió a girarse hacia el profesor y esta vez si estaba prestando atención, pero yo había dejado de hacerlo ya que ella acaparaba toda la mía. A veces pasaba sus manos por su pelo corto intentando apartárselo de la cara.

- ¿Usted qué opina, señorita Bennet?

Mierda. Pensaba que el profesor me había pillado hasta que sonrió y dejó de torturarme.

- Sobre la poesía de Bécquer, quiero decir.

- ¿Personalmente? - El profesor asintió. - Bueno... - Me eché un poco hacia adelante en mi sitio, sentándome correctamente y entrelazando mis manos sobre la mesa. - No admiro su fuente de inspiración.

El profesor rió.

- Al menos estabas atenta. ¿Y usted qué opina, señor Méndez? - Le preguntó a otro alumno que estaba igual o más distraído que yo.

Sintiendo que me había salvado, suspiré y miré hacia mi lado cuando la nueva me llamó.

- Soy Casey.

Sonreí.

- Luna.

- ¿Te llamas Luna? - Preguntó asombrada. Asentí y ella se arremangó su camisa. - Qué casualidad, tengo tu nombre tatuado.

Me enseñó una luna que tenía tatuada en su brazo junto a algunos tatuajes más en casi todo lo que me había dejado ver de él.

No pude evitar soltar una carcajada en voz baja, porque el chiste era malísimo. No tenía mi nombre pero era una luna. Ella sonrió conmigo.

- ¿Por qué te has tatuado mi nombre? - Pregunté haciéndome la impresionada, siguiendo su broma.

- Si te lo dijera, no te lo creerías.

- Pruébame.

Sonrió juguetonamente y abrió la boca cuando me iba a contestar, pero el profesor se lo impidió.

- Señorita Murphy, recuerde darme mañana su trabajo.

- Claro. - Respondió con naturalidad.

En ese momento, sonó el timbre que nos avisaba de que iba a comenzar nuestra siguiente clase. Todos nos levantamos y yo seguí a la castaña inconscientemente.

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