CAPÍTULO TRES - OSAR

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Eleora

Mis entrenamientos en Asia durante mi último año fueron para hacer de mi cuerpo un arma mortal no solo en pelea cuerpo a cuerpo sino en la danza de los cuerpos llamadas sexo para muchos, pero para mis entrenadores llamada armas desnudas siendo esta para ellos donde el cuerpo no solo se utiliza para aniquilar o destruir sino también para enloquecer y doblegar con cada célula, tejidos y órganos que lo conforma.

Perdí mi virginidad con unos de los chicos que me buscaron para poner en práctica las posiciones más  candentes y más inusuales haciendo de mi cuerpo una banda elástica flexible que puede tomar la posición que quiera así mismo me hacían entrenar por horas las paredes internas de la vagina para endurecer  los músculos  vaginales «Ejercicios de Kegel» para cuando tuviera algún miembro erecto en mi interior pudiera  ejercer fricción  y eso desataría mucho placer al hombre llevándolo al extremo del placer y consiguiendo el éxtasis anhelado u obsesionándolo con cada  embestida.  

Ese entrenamiento fue un regalo por parte de la amiga asiática que conseguí en los primeros meses en las clases de Kung-Fu ya que siempre halagaban mi belleza, pero ella decía que belleza sin conocimientos no sirve de nada y ya que estaba entrenada física y mentalmente era necesario llevar mi cuerpo al siguiente nivel logrando controlar cada célula de mi cuerpo y programar mi cerebro para que libere las hormonas necesarias para atraer al hombre que quiera.

Esos ejercicios solo los apliqué durante el curso durante las prácticas ya que mi mente no estaba en aplicar esos conocimientos para enloquecer a hombres porque sabía que no podían estar en mi vida y lo que menos quería era tener a frustrados detrás de mí vagina.

Al llegar a Las Vegas lo primero que hice fue llamar a mis amigas avisándole sobre mi estadía en el país y luego conseguir fotos de él «Mihail Mikhailov» y que como dijo Lucas mis bragas en mi maleta; porque no me gusta usarla si no son necesarias por la vestimenta, empezaron a humedecerse al ver el porte de ese hombre trajeado.

Sus ojos achicados como si estuviera intentando ver con claridad en la foto donde mejor se ve me hizo temblar «Es tan jodidamente sexy», pero esa foto no le hace justicia al hecho de tenerlo al lado recuperando la respiración.  Es que apliqué todo lo aprendido en seis meses en dos horas y me causó tanta gracia ver como él intentaba arremeter contra mí en busca de un atisbo de debilidad, pero como buena consumidora poseer ese hombre con tal miembro me puso arder más de la cuenta.

— ¿Me dirás quién eres? — pregunta aun intentando recuperar el aliento.

—Ya que está domado como el animal que es, es momento de presentarme — me siento en la cama extendiendo mi mano —. Me presento soy Eleora Martinelli, cabeza del esqueleto de las mafias del mundo— sonrio.

Por instinto se lanza al piso y con una mano busca un arma debajo de la cama y se levanta rápido apuntándome.

—Dejemos el drama Mihail, ya me puse a su disposición de matarme o follarme y eligió la segunda opción— me acuesto acomodando la almohada bajo mi cabeza —. Aunque también le dije que después de que me follara podía hacer lo que quiera conmigo— miro su incomodidad.

Subo mi cuerpo apoyando mi cabeza al espaldar de la cama.

—No vine hacer la guerra solo quise venir a presentarme formalmente ya que no fue a la fiesta y decidí conocerlo, pero no sabía que usted era tan promiscuo que se acostaba con la primera que le levantara la falda— me burlo.

—¿Tú hablando de promiscuidad? ¿Acaso no fuiste tú la que viniste sin ropa interior paseándote por mi propiedad buscándome como una puta? — sigue apuntándome reparando mi figura.

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