CAPÍTULO QUINCE - LATIDO

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Narrador Omnisciente 

18 años atrás...

La noche de aquel verano en Italia amenazaba con ser una de esas noches donde se auguraba dolor, heridas, sangre y muerte. Los Martinelli lo sabían porque con el solo hecho de tener a todos los grupos de mafiosos en su residencia principal en Sicilia era jugar con fuego, pero Damon todo un pirómano disfrutaba tener a sus pies a todos los clanes que pertenecían al Esqueleto del que era la cabeza.

Sin embargo, el corazón de aquel grupo era a quien más alababan incluso quitándole protagonismo al gran Damon Martinelli porque todos admiraban al ruso, todos elogiaban y todos comentaban el buen liderazgo del líder de la mafia roja Luka Mikhailov; quien a pesar de no ser la cabeza del Esqueleto se llevaba todas las glorificaciones haciendo que el odio del italiano creciera en su interior ansiando por fin poder llevar a cabo su plan.

Llevaba ya ocho años adiestrando su mejor arma para cuando por fin llegara el gran momento; porque si algo sabia el italiano era que sus contrincantes no se podían eliminar con fuego y armas, a ellos había que aplicarles sus mismos métodos haciendo que ideara el mejor plan para trabajar con sus mentes hasta entrar a cada fibra de sus cuerpos para debilitarlos consiguiendo así la caída de la gran mafia roja dejando a la mafia siciliana con el poder absoluto en la gran cima de las mafias del mundo.

El italiano miraba por la ventana de su despacho como se escabullían los hijos de los enemigos por el jardín de su casa, pero su mirada se quedó sumergida en la jovencita que estaba inmersa en una lectura en el laberinto donde están los faroles que iluminan su libro.

El hombre bebió su coñac arreglando su erección en los pantalones, Isabella lo asqueaba desde hace años y hace mucho tiempo que no la veía como su conyugue ya que solo era su esposa abnegada frente el mundo, pero su enemiga en casa y al estar pendiente de la fiesta que se haría ese día se mantuvo alejado de las mujeres que lo satisfacían en los burdeles.

Salió por la puerta de su despacho que lo llevaban a las escaleras secretas que daban directo al jardín dejando a sus invitados en el gran salón entre música y bebidas sabiendo que nadie notaria su ausencia porque estaban muy entretenidos con el Pakhan de Pakhanes Luka Mikhailov.

Se alejó silenciosamente perdiéndose en el gran laberinto que conocía a la perfección y que la Mikhailova de nacimiento estuviera ahí lo excitaba más porque sabía que no saldría fácilmente sin ayuda.

Se puso en la espalda de esa criatura casi celestial acicalada en un vestido de fiesta violeta; su color favorito, y con el cabello negro en su espalda en grandes bucles. La jovencita cuando notó la presencia del hombre cerró el libro, se levantó del banco de madera y giró su cuerpo encontrándose con ese hombre elegante, varonil y macabro que la miraba como si ella no era de ese mundo.

Damon Martinelli al ver sus dos esferas grises característica de los Mikhailov quedó prendido de esa niña de solo doce años y que lo removió por dentro porque siempre trataba de ocultar al demonio más grande que llevaba en su interior.

Ese demonio que lo hacía tener pensamientos pecaminosos hacia jovencitas en pleno desarrollo y esa era una de las razones por la que también mantenía a su hija alejada de él para no corromperla con lo que lo quemaba por dentro, pero esta vez su dureza temblaba en sus pantalones incitando a llevar su pulgar a los labios de esa jovencita que lo miraba sin entender que pasaba.

Compartieron solo algunas palabras para darle inicio de esa forma a un infierno terrenal del que Ivette Mikhailova solo saldría después de muchos años muerta.

Dentro de la mansión la música sonaba animando a todos, pero el hijo mayor de los Mikhailov observaba todo el lugar buscando a su hermana que se había desaparecido ya hacía unas horas razón que lo llevó a acercarse a su padre que estaba distraído hablando con otros líderes interrumpiendo la conversación.

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