XV: El enigma de la criatura nocturna

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Punto de vista de la Princesa Zelda...

Detesto estar en el castillo. Es una cárcel de oro, no tengo libertad de nada, no puedo expresar mis emociones o sentimientos en público, mi padre y Link son las únicas personas a quienes les puedo manifestar lo que siento.

Link... Lo envidio, tiene la libertad de estar explorando, ir por ahí, ver el mundo, luchar, hablar e insultar a quien le plazca...

Sólo con él puedo ser yo misma, sólo a él me entrego en cuerpo y alma, sólo a él le doy mi amor.

Lo necesito... Siempre me hace falta cuando no está. Debo esperarlo hasta que llegué de su campaña...

—No puedo dormir si tú no estás.— suspiró en tono cansado tomando su rostro con ambas manos. —Link...— suspiró nuevamente.

Luego miró en dirección a un reloj de la biblioteca.

—¿Qué hora es...?— se preguntó a sí misma con algo de desilusión.

No había notado que detrás de ella estaba alguien, tenía los brazos cruzados y le había escuchado.

—Diez y media majestad.— interrumpió la voz ronca de Impa. Eso alteró mucho a la rubia. —Es un poco tarde ¿No lo cree?— agregó acercándose más a ella.

—¡Impa!— exclamó con terror al ver a la albina detrás de sí.

—No le espiaba. No se preocupe.— Zelda asintió con algo de pena. —Sin embargo...— la rubia la miró atentamente. —Es un poco raro que necesites de Link para dormir...

—Es... Esto...— miró a otro lado, quería que se la tragara la tierra por aquello.

Tenía también algo de miedo a que la Sheikah la hubiera descubierto.

—Ustedes sabrán. Eso no me incumbe.— se encogió de hombros para luego sentarse junto a la princesa. —Supongo que son así desde niños...

—¿Qué ocurrió Impa?— preguntó al notar que la albina había aparecido de repente.

La albina se notaba algo somnolienta, sin que la muchacha lo notara bostezó de forma discreta.

—Yo debo cuidar de usted.— le recordó y Zelda comprendió el por qué ella estaba allí. —Aún no se va a dormir...— no pudo contener el bostezo esta vez.

—Cielos... Perdona Impa.— se disculpó al notar que la mujer se le cerraban los ojos solos. —Terminaré de leer en mi habitación.

Ella cerró el libro que estaba leyendo y se levantó con la intención de ir a su habitación.

—Me dormiré luego, tú descansa.— pidió mirándole con preocupación.

—Se lo agradezco alteza.— asintió cerrando sus ojos. —La veo mañana.

—Hasta mañana Impa...— se despidió con algo de sueño para dirigirse a su cuarto.

Al llegar encendió un candil de aceite para iluminar un poco, comenzó a leer su libro cerrado; una novela romántica mezclado con algunos textos indecorosos para una muchacha de su edad -según su propia opinión-

Su lectura se extendió por cuatro horas seguidas, leyó con pasión hasta que su vista se lo permitió.

Al terminar de leer miró por su ventana, divisando un cielo estrellado, claro y despejado.

A través del Tiempo | The Legend of Zelda [ℤ𝕖𝕃𝕚𝕟𝕜] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora