XXVIII: Anhelo

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En Hyrule...

Era tarde, el sol comenzaba a ocultarse tras la Montaña de la Muerte.

El crepúsculo bañaba toda aquella hermosa tierra, tierra que no poseía a su actual campeón y protector.

Podía respirarse la pesadez solitaria de un reino desamparado, de un ejército sin su ejemplo a seguir, de un Guerrero sin su pupilo y de una señorita sin su amado.

Para ese punto no había un solo ruido, ni siquiera los animales tenían ánimo alguno de cantar en la tarde nocturna.

El ocaso finalizaba, trayendo consigo una noche fría y solitaria. En un claro de la ciudadela un joven con su lira, entonando una melodía fría, solitaria y dolorosa.

Aquella delicada melodía comunicaban una angustia de pérdida, rememoraban un recuerdo hermoso, un amor desenfrenado que las circunstancias separaron.

Las notas cesaron abruptamente. Aquella delicada mano dejó de acariciar las cuerdas y dedicó una mirada color rubí a sus espaldas, agudizando su oído.

Aquel joven de cabellos mostaza cuya identidad era oculta por vendajes. Podía escuchar movimiento a unos pocos metros de su posición.

—Hagamos esto más fácil...— logró oír un tono de voz amenazante y desagradable. —Bájate el delantal.

Alcanzó a ver como un sujeto sometía a una doncella cerca de un callejón de la ciudad, con intenciones impuras sobre la jovencita.

—Por favor...— le rogó con la voz completamente quebrada mirando a otro lado.

—Cállate. Haz caso.— la estrelló con poco cuidado contra la pared.

El repugnante sujeto se pegó más a la joven para comenzar con sus deplorables actos inhumanos.

Comenzó a desbrocharse su cinturón, acompañado de sucias caricias a su mejilla.

—Por favor para...— habían lágrimas en sus ojos.

Lo siguiente que se escuchó fue un grito estridente acompañado de la separación abrupta del sujeto a la doncella.

Después de aquello un par de kunai se incrustaron en el pecho y manos del sujeto en conjunto a varios golpes desmedidos en su rostro.

Al dejar al abusador en el suelo y sin posibilidades de levantarse volteó a ver a su víctima.

—¡Por favor no me hagas daño...!— colocó ambas manos en sus ojos esperando lo peor.

—Vete a casa. Ten más cuidado las próximas veces.— fue lo único que salió de sus labios cubiertos antes de desaparecer.

Aquel no sería el único acto de justicia violenta de aquella noche, puesto que ahora ese era su trabajo.

Velaba por Hyrule mientras su campeón estaba en tierras distantes.

Así sería hasta que en altas horas de la madrugada desapareció de sus labores de justicia en la ciudadela.

Allí se corrían los rumores que el supuesto "Fantasma de Link" acechaba por la noche a las personas. Era como si no se hubiera ido, había buena seguridad, pero aparecían "Buenas personas" con severas lesiones físicas, como algunos líderes del pueblo o poetas y maestros de arte.

Mientras que los rumores se esparcían y la inseguridad sobrevivía, en el castillo su regente se hallaba expectante en saber algo de su campeón. Asimismo planeaba y fortificaba la ciudadela con armamento bélico y guardias con preparación especializada.

Por otro lado, su joven princesa se encontraba en una de las torres del castillo. En concreto una donde acostumbraba a enviar cartas.

Su aspecto era expectante, habían pasado 10 días desde que el héroe había partido. Tenía muchas ojeras y cansancio acumulado. Pese a todo allí estaba, esperando sin falta poder ver de regreso a un ave con información. O mejor aún, poder divisar a lo lejos la yegua de su amado.

A través del Tiempo | The Legend of Zelda [ℤ𝕖𝕃𝕚𝕟𝕜] [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora