┊Everybody talks.

5K 291 47
                                    

Estaban en una fiesta para celebrar el final del curso. Todos alardeaban alrededor de la sala sobre los mejores momentos y peores del año, por lo que tú nada más reías y mostrabas estar de acuerdo. En ocasiones aportabas alguna ridícula ocasión que implicaba a tu grupo de amigos o compañeros de clases, y todos asentían divertidos.

Habías ido por otra bebida cuando lo viste recargado en la isla de la cocina, mirando a su vaso rojo con desinterés. Querías acercarte a conversar con él pero no sabías que decirle o hacer, por lo que pasaste de largo y llenaste tu vaso nuevamente con el líquido espumoso, y cuando te diste la vuelta, chocaste contra alguien.

—¡Perdón!—Murmuraste asustado viendo como habías derramado alcohol sobre la camisa de la persona.

Y cuando levantaste la mirada, querías que la tierra te tragara. Se trataba de él, y veía su camisa manchada con sorpresa.

—Oh por dios, que torpe soy. Tuve que tener más cuidado, ven.—Te acercaste al extremo de la isla y agarraste un trapo y lo humedeciste, para luego pasarlo sobre las manchas que se extendían sobre su pecho.

—No te preocupes, de todos modos ya era hora de tirar esta camisa.—Sonríe y aparta el trapo de él, con un leve roce de mano a mano.

Te había gustado desde segundo año, y ahora que estaban por graduarse y tomar diferentes caminos, habías decidido que un amor de adolescentes podría quedar en el olvido. Pero el tenerlo cerca, con esa sonrisa que tanto te gustaba y con ese brillo divertido en sus ojos, parecía imposible ignorarlo.

—De todos modos, lo siento, no era mi intención estropear con alcohol tu ropa.

—Deja de disculparte, no es más que líquido y como dije, esta camisa vio mejores días y era hora de deshacerme de ella, solo necesitaba una buen excusa.—Ríe y señala detrás de su espalda.—Pero dimos algo de que cotillear a todos.

Volteaste y viste como las pocas personas que se encontraban entre el marco de la puerta y pasando por ahí, se quedaban mirando con curiosidad la escena. Sentiste un sonrojo desde la punta de sus mejillas y pasaste una mano por tu frente, tratando de desviar tu vergüenza de tu rostro.

—Pero bueno, ¿Te gustaría dar una vuelta? No soy fanático de los lugares con mucha gente.

—¿Hablas en serio? Porque de lo contrario creería que mientes, te veías muy animado viendo tu vaso y conviviendo.—Sonreíste y lo miraste con diversión.

—Entonces, ¿Me estabas viendo todo este tiempo?—Cruza los brazos sobre su pecho y levanta una ceja.

Cerraste los ojos con fuerza y mordiste el interior de tu mejilla.—No, sólo te vi mientras pasaba.

—Claro, bien. ¿Entonces quieres ir a dar una vuelta?

Asentiste y colocó una mano en tu espalda baja, guiándote al patio de enfrente, donde había menos personas que en el de atrás. Te sentías en un sueño, nunca imaginarías que ese giro diera a la hora de ir a la fiesta. Tenías la esperanza de verle y saludarlo nada más, pero que te tocara de esa forma tan intima y apenas sintiendo el tacto, hacia que tu corazón diera volteretas.

Tomaron asiento en la banqueta y miraron por la avenida. Estaba fresco a esas horas, las casas alrededor con las luces apagadas y uno que otro carro pasaba para llegar a sus casas. Cuando se percató de que te entraban escalofríos por las bajas temperaturas, se quitó su suéter y te lo puso sobre tus hombros.

—Gracias, pero ¿No tienes frío?—Viste como su piel se empezaba a erizar por el ambiente.

—Estoy bien, pero tú parecías convertirte a nada en un cubo de hielo.

—Sí, no soy muy fanática de estar afuera con el frío, luego parezco paleta de hielo congelada.—Ambos sonrieron y miraron al cielo.

Las lunas estaban particularmente más luminosas esa noche, y la luna destellando en lo alto. La luna era hermosa, pero podías sentir como te miraba de reojo, creías estar mal, pero cuando volteaste a verle lo descubriste mirándote.

—¿Ocurre algo?

—¿Piensas en el futuro?

No esperabas esa pregunta, pero respondiste de todos modos.—Sí, todo el tiempo. Puedo decir que me aterra pero sé que puedo con todo lo que se me presente.

—¿Y de las acciones imprevistas?

—¿Qué clase de acciones?—Volteaste a verlo con curiosidad.

Lo último que viste fue una sonrisa en su rostro, y de repente se acercó lo suficientemente a ti como para robarte un beso. Con sus labios en un roce, pasó una mano por la base de tu cuello e inclinó tu rostro hasta que encajó con el tuyo, y de esa manera rompió la poca distancia que quedaba y te besó con la luna iluminando su sendero y con la brisa de la noche revoloteando a su alrededor.

Cuando ibas a responder, una alarma sonó a lo lejos, haciendo que abrieras los ojos de golpe y te sentaras asustada. Pusiste una mano sobre tu pecho y te diste cuenta que todo había sido un sueño, la almohada estaba babeada y el sol entraba entre las persianas de tu habitación. Te tiraste de espalda al colchón y soltaste un quejido de frustración. 

✎ Imaginas (I) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora