Esa noche tenías planeado salir en una cita con tu novio. Era su aniversario número dos y estabas alistándote cuando un mensaje que indicaba que ya había llegado entró.
Te apresuraste sobre las escaleras y fuiste abrir la puerta, sonriendo al verlo. —Hola, un poco temprano, aún no termino de arreglarme pero espera en la sala.
—Perdón, salí temprano del trabajo y tuve tiempo suficiente para arreglarme y venir.
—Está bien, bajo en un momento.
Fuiste a tu habitación y comprobaste que tu maquillaje y vestuario fueran los indicados para el lugar a donde irían a cenar. Agarraste tu cartera y un abrigo para luego bajar y encontrarte con él.
—Estoy lista.
Salieron de la casa y se encaminaron al automóvil, donde te abrió la puerta y luego emprendieron camino al restaurante que habían reservado con días antes. El camino fue calmada y lleno de halagos, haciendo que te ruborizaras y te encontraras en constantes risas nerviosas, porque no importa cuanto tiempo hayan tenido saliendo y conociéndose, él siempre se las ingeniaba para sorprenderte con algún halago o comentario hacia ti.
Amabas esa faceta de él.
Cuando llegaron los encaminaron a su mesa reservada, justo a un costado de los grandes ventanales y dándole un toque íntimo por las pocas mesas que rodeaban. Tomaron asiento y vieron el menú para luego pedir.
—¿Ya te dije que luces mucho más hermosa de lo común? Soy un maldito afortunado en esta tierra.
Sonreíste y asentiste. —Me lo dijiste en todo el camino acá.
—Solamente me aseguraba que lo tuvieras presente.
Antes de que pudieras decir algo, la comida llegó a su mesa y los platos fueron servidos frente suyo. La verdad tenías tanta hambre que el mero olor que llegaba hacia que tu estómago gruñera por comida. Ambos rieron cuando el gruñido que salió de tu estómago resonó lo suficiente como para que él inclusive escuchara.
—Empecemos antes de que me comas.
Le sacaste la lengua pero agarraste los cubiertos y diste el primer bocado. Degustaste tanto el platillo que hacías claras de complacencia y luego lo mirabas con tanto cariño que pensaría uno que te casarías con el plato. La verdad era una de las mejores comidas que habías probado, te sentías como una niña que le satisfacían sus antojos y era recibida por algo mejor de lo que esperaba.
—¿Qué pasa?—Preguntaste al ver como él apenas y había tocado su plato, mientras que el tuyo casi estaba por terminar.
—Nada, simplemente pensaba.
—¿En qué? ¿Ocurre algo?
—Me gusta mirarte, solo eso.
No esperabas esa respuesta, por lo que dejaste los cubiertos sobre el plato y frunciste los labios.
—Disfruto verte, todo el tiempo. ¿Te digo lo que he observado todo este tiempo?—Cuando asentiste, prosiguió. —Tus ojos se vuelven más brillosos cuando algo te agrada o te gusta, por ejemplo en este momento tus ojos están un poco más grandes de lo normal y brillosos. Me encanta el brillo que tienen.
Pusiste tus manos sobre tus ojos, volteando al ventanal para ver tu reflejo.
—Pero no te ves mal, en cambio, te hace ver más adorable y hermosa. También he visto aquel mechón de cabello en tu costado derecho, siempre batallas para que se quede en su lugar y pasas horas tratando de acomodarlo y te rindes, luego piensas, "¿Y qué tal si me lo corto?" y luego también tú deshaces esa idea y te pones un broche.
Él tenía un buen punto, eso mismo hacías frente al espejo en cada ocasión en la que te arreglabas y terminabas frustrada.
—Te sonrojas con cada cumplido, inclusive la punta de tus orejas se vuelven rojas, o no paso desapercibido como el rubor baja por tu cuello y se pierde el rastro. Te muerdes el labio cuando no sabes si decir algo o guardártelo, pero eres demasiado honesta y no duras sin decir las cosas porque no sientes que sea lo correcto. Te admiro desde lejos, te observo y guardo cada pequeño fragmento en mi mente para atesorarlo, porque cada gesto te hace y forma la persona de la cual me enamoré hace demasiado tiempo atrás.
No sabías que decir, pero tus ojos te picaban por querer llorar y tu corazón latía con demasiada fuerza. Él describía cada detalle del que se percataba, y de los cuales muchas veces no eras conscientes de ellos; La atención que te daba y su forma de verte te hacía estragos al pecho y querer gritarlo a todo el mundo.
No creías merecerlo.
—Así que pienso que eres perfecta a tu manera, y yo solo soy un simple pionero admirando a la más bella pintura frente mío.
—Eres un pionero muy lindo, demasiado perfecto diría yo.
Guiñó el ojo y dio un bocado a su platillo. —El de los halagos soy yo.
Reíste y negaste con la cabeza. Estar con él te hacía sentir viva, era tu oxigeno y forma de vivir, y no podías estar más agradecida de tenerlo a tu lado.
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✎ Imaginas (I) ✓
Roman d'amourEscritos de momentos que se valen imaginar. Fecha de inicio: 22 de mayo del 2021. Fecha de terminación: 05 de septiembre del 2021.