┊Despedida.

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Tú mejor que nadie sabía que la vida era injusta en su máximo esplendor.

Miraste la invitación plateada brillando desde la esquina de la mesa y volteaste la mirada, pasando tus manos por tu rostro y soltando un suspiro de resignación. 

Después de tardar horas haciendo llamada por llamada sin ayuda de alguien, habías tirado tu celular al otro extremo del sofá y te habías quedado en la sala mientras observabas a tu alrededor con detenimiento.

Sí, la vida era dura e injusta con quienes no lo merecían.

No habías llorado, pero la pesadez en tu pecho y las noches interminables en las que no podías dormir no parecían acabar jamás. Estos últimos días te la pasabas deambulando por todo el departamento pensando si sería buena idea viajar hasta ese lugar y terminar todo antes de que terminara peor para ti.

Tu maleta se encontraba a lado de la puerta cuando tu amiga llamó de que estaba afuera esperando para ir al aeropuerto. El reloj marcaban las cinco de la mañana con treinta minutos, y sin pensarlo por más tiempo, agarraste la invitación y tu maleta para bajar y salir del edificio. 

El viaje fue corto, y cuando tu amiga fue a dejar el auto mientras dejarían la ciudad por un par de días, se encaminaron a la sala de espera hasta que fuera la hora de abordar el avión. Tambaleabas tu pie con impaciencia y no podías negar el rehacerte la idea de ir o simplemente dejarlo pasar tanto como pudieras.

—Estás dudando, ¿No es así?

—No creo que sea buena idea, esto es reciente y...

—TN, ya pasaron varios meses, de lo que no estoy de acuerdo es que decidiste hacerlo justo en ese día, pero estoy aquí a tu lado y no te dejaré afrontarlo sola.

Te mostró una sonrisa reconfortante para luego agarrar tu mano y darle un suave apretón; Agradeciste en silencio por apoyarte y cerraste los ojos, necesitabas un buen descanso pero las miles de cosas que te atormentaban no te dejaban pegar el ojo en toda la noche.

Cuando avisaron que podían ir subiendo al avión, tomaron sus cosas y se encaminaron a la entrada, con su boleto en mano y pasando por la puerta conectando a su próximo destino. Tomaron sus respectivos asientos y cuando se abrocharon el cinturón, reposaste tu cabeza sobre el asiento y deseaste que no fuera una mala idea lo que estabas haciendo.

(...)

Después de un par de horas de vuelo, aterrizaron y adentro del aeropuerto les esperaban sus amigos, después de saludarse y compartir algunas palabras se dirigieron al auto donde las llevarían al lugar donde se hospedarían por esos días. 

Ya era tarde, así que decidieron tomar una rápida cena, se alistaron para irse a dormir y se dispusieron a dormir, pero los recuerdos que te traía ese lugar era aún más imposible quedarse quieta, por lo que te pusiste tu abrigo y bajaste al primer piso. Todos dormían, por lo que agarraste las llaves de la camioneta sin dejar antes una nota a donde irías y te pusiste en marcha hacia el lugar.

Tus pies y manos parecían cobrar vida propia cuando condujiste hacia el establo y abriste la puerta, caminaste hasta el fondo y saludaste al caballo que pareció reconocerte al instante.

—Hey, ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste? Yo también te extrañé.—Sonreíste y tomaste asiento al otro lado de la reja, viendo todo el lugar.

Nada había cambiado desde la última visita que tuviste, todo parecía exactamente igual como lo habían dejado. Suspiraste y cerraste los ojos, los recuerdos llegando como un tren de carga sin previo aviso, tu pecho se apretó y la respiración te faltaba, y cuando menos esperabas estabas sollozando en silencio mientras te abrazabas a ti misma.

✎ Imaginas (I) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora