Habían llegado a casa después del gran desastre que había sido la gala. Tu padre despotricaba en contra de todos y amenazaba con cortarle el cuello a todo aquel que se atreviera a cruzarse por su camino; Tu hermano había sacado un viejo vino para colocarlo en tres copas pero decidiste salir de ahí.
Los sucesos anteriores sacudieron tu mente y trataste de pensar positivamente, ¿Había sido buena idea dejarlo ir? Ciertamente había algo en él que te causaba curiosidad y si lo dejabas a tu lado tu padre y hermano probablemente ya le hubieran disparado. Algo en él gritaba que no tenía intenciones de hacerte daño pero tampoco era que pudieras confiar en ese instinto tan básico debido a las circunstancias en las que se encontraron. Si él no tenía ese plan, ¿Por qué había actuado de esa manera? ¿Por qué iba armado si era un simple mesero? Los empleados estaban estrictamente vigilados debido a la cantidad de personas importantes que asistían, claramente si él trabajaba de mesero no iba a cargar ningún arma.
Saliste al patio y te deleitaste con la presencia de la luna y las estrellas, con un leve viento corriendo en tu contra y haciendo que te pensaras dos veces si fue buena idea salir sin un abrigo. Aún sentías su cercanía contra tu cuerpo, no era que simplemente pudieras borrar; Te sentías atraída por él de una manera anormal y pensabas que era por la basta comunicación que solías tener con las personas por el miedo de que te pusieran una bala en la cabeza.
Sí, era eso, solo tu nula sabiduría en tratar personas ajenas a tu familia.
Esa noche no pudiste dormir, y antes de que sonara tu alarma decidiste levantarte y hacer tu rutina diaria de salir a trotar, regresar a darte una ducha rápida y luego iniciar tu día a día llena de cosas que tu padre no te permitía hacer.
Pero no contabas con una segunda presencia.
Estabas guardando los audífonos y el celular para dirigirte a casa de regreso cuando un grito desde atrás te hizo sobresaltar y echarte a un lado, evitando el impacto de una bicicleta contra ti.
—¿Estás bien?—Preguntó el muchacho con la bicicleta arriba suyo.
—¿Preguntas si estoy bien, cuando tú tienes una bicicleta encima?—Murmuras un tanto divertida, pero dejando a un lado la diversión te levantaste y decidiste ayudarle.—Veo que eres nuevamente tú, debería de ponerte el cuchillo contra tu cuello a lo mejor, no me gustan las coincidencias.
El joven levantó la mirada y sonrió. —O deberíamos de coincidir en zonas de peligro, siempre soy yo el lastimado. No es necesaria tanta violencia, llevémoslo por la paz.
—Creí ser clara en que las coincidencias no son lo mío y que si te encontraba otra vez podría acabar mal, por eso te dejé ir.
—Sobre eso, ¿Por qué lo hiciste?—Cuestionó mientras se quitaba el casco y pasaba una mano por su cabello.
Concéntrate, deja de verlo. —Ya te lo dije, mi padre venía y si te veía te iba a matar.
—Ajá, pero no entiendo porqué tu voto de confianza cuando soy un completo desconocido, digo, ¿Y si cobraba una venganza? ¿Y si era un intento fallido de matarte y ahora lo hago?
—¿Vas a matarte justo ahora?
—No.
—Entonces no hay punto de discusión.—Te encogiste de hombros y te dispusiste a seguir tu camino, queriendo tomar distancia y tratar de despejar tus pensamientos que se encontraban tan nublados para tu propio juicio.
—¡Hey! Espera, aún no hemos acabado.—Agarró tu brazo pero te soltaste con brusquedad al no esperar su toque.—Tranquila, no planeo hacerte daño.
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✎ Imaginas (I) ✓
RomansaEscritos de momentos que se valen imaginar. Fecha de inicio: 22 de mayo del 2021. Fecha de terminación: 05 de septiembre del 2021.