Tu familia y tu vivían en un pequeño pueblo a las orillas de la ciudad. Era el tipo de pueblo donde todos se conocían y se podía contar los habitaciones sin problema alguno.
Al inicio te parecía tedioso, al conocer a todos y no ver nada nuevo conforme los días pasaban, estabas dispuesta aplicar en las escuelas fueras de ahí con tal de salir y conocer el mundo. Pero no contabas con la llegada de un nuevo habitante joven.
La señorita Mary, la cual era querida por toda la ciudad, había llevado a su sobrino para que le ayudara a su esposo en el taller mecánico, además de pasar aquel verano lejos de casa para aprender de los labores y de la vida diaria de un adulto.
Al principio no te pareció importante aquello, pero cuando tu padre tuvo problemas con el auto un par de días antes de viaje familiar que emprenderían como cada año, habían decidido llevarlo al taller del esposo de Mary, siendo un viejo amigo de la familia.
—Esperaba que ustedes pudieran arreglar el auto antes del fin de semana, sabes que es nuestro viaje en familia y sin el auto nos es imposible salir.—Tu padre explicó al señor George, mientras tu paseabas por el taller.
Para ser un taller te sorprendía lo limpio e impecable que todo se encontraba, en cierta forma te gustaba ir ahí porque la señora Mary siempre te ofrecía de lo que preparaba, y cuando el señor George te invitó a pasar mientras se ponía de acuerdo con tu padre, sonreíste emocionada y corriste dentro.
Pero cuando abriste la puerta que conectaba entre el taller y la casa, chocaste contra alguien, haciendo que cayeras al suelo sentada y tumbaras un par de cajas al intentar agarrarte de algo. Y no fuiste la única afectada, ya que además del estrepitoso sonido de las cosas cayendo, también se escuchó un quejido de dolor.
Abriste los ojos después de la caída, y te percataste del joven muchacho que sobaba sus manos contra la tela del pantalón. Tenía su ceño fruncido y murmuraba por lo bajo, pero cuando se dio cuenta de tu mirada, se quedó callado.
—Lo siento, no esperaba que alguien viniera y simplemente vi sin rumbo fijo.—Su voz provocó un leve escalofrío en tu cuerpo, era un tanto grave y rasposa, sin duda no cuadraba con su rostro.
Y es que su rostro emanaba un toque angelical, con algunos rulos sobresaliendo de la gorra que llevaba puesta, reflejando levemente de un color azabache y grandes ojos color marrón; Te miraban con inquietud y curiosidad, haciendo que tus mejillas se sonrojaran por su fuerte mirada. Sus labios eran una tira fina sobre su rostro, de un rosa pálido alrededor y en el centro con un rojo alumbrante; Tenía un lunar en la punta de su nariz, la cual era un tanto chata pero proporcional en su rostro.
Se levantó y te tendió su mano, ayudándote a levantarte. Sacudiste tu falda en la parte trasera y luego tus manos para quitar el polvo que traías encima a causa de las cajas arrumbadas. —No te preocupes, ciertamente no tuve que haber corrido sin antes tener cuidado.
Asintió y luego volvió a tender su mano para estrecharla con la tuya. —Un gusto, por cierto. Mi nombre es Alejandro, vine a pasar mi verano con mi tía Mary y veo que estás familiarizada con el lugar.
Esbozaste una sonrisa y asentiste. —Tus tíos son buenos amigos de mis padres, así que si. Un gusto, Alejandro, mi nombre es TN.
Sonrió como si hubieras mencionado algo exquisito y probó tu nombre en sus labios, disfrutando de la sensación de este saliendo de ellos. —Bonito nombre, supongo que nos veremos seguido.
Antes de que pudieras responder, Mary se precipitó por el pasillo con una bolsa que desprendía un olor a galletas recién horneadas. —Oh, Alejandro, ¿Qué le hiciste a la pobre muchacha? No quiero que empieces con problemas aquí.
—Claro que no , Mary. Yo me tropecé con él y tan solo me ayudó a levantarme, todo está bien.
—Eso espero, mi sobrino puede traer problemas algunas veces, sino pregúntale porqué está en este lugar.—Jaló de su oreja con diversión y luego tendió la bolsa en tu dirección.—Sabría que vendrías por alguna de mis comidas y decidí prepararte unas galletas.
—Muchas gracias, Mary. Debo irme que mi padre debe de estar esperándome, fue un gusto conocerte, Alejandro.—Sonreíste a los dos, retrocediendo del lugar.
—Lo mismo digo.—Murmuró antes de que te alejaras a toda prisa de ahí en busca de tu padre.
Después de ahí no habías vuelto, y cuando tu padre recogió el auto no habías podido acompañarlo por ayudar a tu madre con las maletas. Luego de ello habían emprendido su camino fuera de la ciudad y probablemente fue el fin de semana más largo que alguna vez hayas presenciado. Algo en el te hacía querer conocerlo, por lo que mientras te encontrabas en el viaje, tomaste la decisión de que al volver invitarlo a salir.
¿Qué tan malo podría ser? Ciertamente todos tenían la mentalidad en el pueblo que el hombre corteja a la mujer, pero no querías esperar una eternidad para que él pudiera hacer algún movimiento, así que en cuanto tu padre se estacionó y bajaron las cosas, saliste corriendo hasta el taller.
Cuando llegaste, tus manos picaban y te sentiste repentinamente abochornada, ¿Realmente harías aquello? Mientras mirabas la puerta del taller y lo buscabas con la mirada, te sentías cada vez más nerviosa e insegura.
—¿Buscabas algo en especial?—Murmuró una voz debajo de un auto.
Te sobresaltaste y viste hacia abajo, donde él salía debajo del auto mientras se limpiaba sus manos con un trapo.
—Yo... sí.—Asentiste y te regañaste mentalmente por casi gritar tu respuesta.
—¿Pasó algo con el auto de tu padre? ¿Se descompuso nuevamente? Porque si es así yo puedo ir por mi tío y decirle que le de una checada.
—No, el auto funciona de maravilla, sin ningún problema. De hecho acabamos de regresar de un viaje familiar y todo bien.
—¿En serio? Entonces me alegro, que bien que hayan salido.—Sonrió y dejó el trapo sobre su hombro.
—¡Sí! Digo, por la razón de la que estoy aquí es para ver si...
—¿Si...?
—¿Te gustaría salir conmigo en una cita? Digo, no tiene que ser cita porque podría parecer muy formal, simplemente tú y yo podemos dar una vuelta por la plaza o algo por el estilo.—A ese paso te sentías sofocada y querías un poco de aire, pero no bajaste la mirada para ver su reacción.
Fingió pensarlo y luego asintió gustoso mientras mostraba una gran sonrisa sobre su rostro. —Claro, me encantaría.
—¡Perfecto! Paso a recogerte mañana a eso de las cinco de la tarde, ¿Te parece?
—Está bien, pero en todo caso, ¿No tendría que ser yo quien te recoja?
—Tranquilo, de todos modos yo hice la invitación y le pediré prestado el auto a mi padre. Nos vemos mañana entonces.—Te alejaste sin apresuro, totalmente emocionada por su cita.
—Hasta mañana, no puedo esperar para verte.—Te guiñó el ojo y volvió a meterse debajo del auto.
Cuando te encontrabas cerca de tu casa, chillaste de la emoción y corriste para llegar a tu habitación y preparar todo para mañana.
Sin duda sería el inicio de algo.
______________________________________________________
Un último imagina y nos despedimos del maratón:(. A partir de este momento faltan 15 imaginas para completar el libro, muchas gracias por el apoyo <3.
ESTÁS LEYENDO
✎ Imaginas (I) ✓
RomansaEscritos de momentos que se valen imaginar. Fecha de inicio: 22 de mayo del 2021. Fecha de terminación: 05 de septiembre del 2021.